Educación y producción

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Hace pocos días tuvimos la visita de Mario Pezzini, director del Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), quien acertadamente señaló que, si bien Costa Rica ha invertido en la educación, lo cierto es que las universidades, al tener una alta concentración en ramas de las ciencias económicas y sociales, no están graduando suficientes profesionales para las áreas productivas.

Pezzini validaba una importante conclusión del IV Informe del Estado de la Educación , el cual claramente evidencia cómo la expansión de la oferta académica en los últimos años no ha implicado un viraje significativo hacia nuevas disciplinas, a pesar de los profundos cambios en la estructura productiva del país.

Peor aún: según dicho informe, se reforzó la concentración en las carreras de Educación y Ciencias Sociales, pues, en relación con las nuevas oportunidades creadas en las décadas de 1990 y 2000, el peso relativo de las primeras se incrementó de un 26% a un 34,3% y el de las segundas se mantuvo en un 14%. Mientras, cuando se trata de materias como las ciencias básicas, agricultura e ingenierías, dentro de la creación de la nueva oferta académica, estas mantuvieron una participación marginal de entre un 1,2% y un 11,6%.

Otro hallazgo relevante del estudio, que desnuda la falta de cohesión entre la oferta académica y la producción, es la alta concentración urbana de la población universitaria (88,4%) y, más específicamente, en la Región Central (78,7%), dejando en una elevadísima condición de rezago a importantes zonas productivas del país.

Sin duda, estas cifras llaman a la reflexión y, sobre todo, a la necesidad de incorporar profundas reformas que introduzcan una cultura de permanente articulación entre la oferta y las cambiantes y exigentes demandas de un entorno de cambios acelerados y de alta competitividad global. Esto no implica reducir el estudio de las disciplinas tradicionales.

Se trata de que la oferta de las universidades se convierta en un pilar y puntal de crecimiento y desarrollo que rompa con las grandes desigualdades regionales y sociales, brinde oportunidades de movilidad social para el mayor número y multiplique la generación de riqueza en todos los rincones del país.

En la era del conocimiento, hoy, más que ayer, la educación es y seguirá siendo la más importante inversión de Costa Rica, pero debe ser repensada de manera estratégica, teniendo en mente no solo la potenciación y generación de mayor riqueza, sino también la construcción de un país más equitativo, de movilidad y de mayor justicia social.