Educación: ¿Orgullo nacional?

Es hora de recuperar la calidad en la educación costarricense y devolver el prestigio a nuestros estudiantes

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Como educadora, he tenido el privilegio de trabajar en instituciones privadas y públicas desde la década de los noventa. En esa época, ni se mencionaba una brecha educativa, por el contrario, se hacía énfasis en el privilegio de contar con una educación de primer nivel, que graduaba estudiantes que optaban por ir a estudiar al extranjero o quedarse estudiando en nuestro país.

A los alumnos, ya fueran de instituciones privadas o públicas, se les enseñaba otro idioma, materias especiales como Artes Plásticas, Educación para el Hogar y Educación Física, como parte de una formación integral necesaria.

Existían aulas diferenciadas, adecuadas a la necesidad específica de cada estudiante y su grado académico, las bibliotecas y las actividades culturales y deportivas eran parte del currículo. Una educación pública que enorgullecía a la mayoría de los costarricenses y destacaba por ser quizás la mejor de la región.

¿Existía una brecha educativa entre las instituciones privadas y las públicas en esos años? En mi opinión, ninguna. La educación era equitativa y continuó siéndolo durante varios años, porque existía compromiso de los gobernantes de velar por la excelencia académica.

Sin esperarlo, sobrevino una pandemia, y afectó la totalidad de los ámbitos de la humanidad. Propiamente aquí, se vio perjudicada la educación pública, o más bien vino a quitarnos la venda de los ojos para darnos cuenta de la crisis educativa y la abismal brecha que se ensancha cada vez más entre la educación privada y la pública.

Vino también a destapar la mala gestión del Ministerio de Educación Pública (MEP) y los gobiernos, los cuales nunca dieron importancia a lo que estaba sucediendo, incluso la actual administración y los jerarcas del MEP siguen insistiendo en que el rezago académico se debe a los efectos de la pandemia.

La mala calidad de la educación pública tendrá efectos muy negativos en el futuro, que no se sienten con esa gravedad en el presente, y por eso las autoridades y la burocracia del MEP pueden maquillar la realidad con discursos autocomplacientes. Las pruebas PISA son una prueba evidente. “Costa Rica cae en todas las pruebas PISA con respecto al 2018″, informó La Nación el miércoles 6 de diciembre, junto con esta anotación: “Ministerio de Educación atribuye la baja a efectos de la pandemia”.

Cuando la pandemia comenzó, las instituciones privadas corrieron a poner en funcionamiento tecnologías de punta, plataformas educativas de primer orden y bibliotecas digitales, así como a buscar alternativas para sus estudiantes y capacitar al personal docente para impartir lecciones en esta nueva normalidad. ¿Lo lograron? ¡Sí, con excelentes resultados.

Pasó la pandemia, y el MEP aún no logra conectividad tecnológica, brindar a estudiantes y docentes herramientas de apoyo académico para que no haya deserción estudiantil y fracaso académico.

Insiste en un rezago imposible de solucionar, sin dar respuestas concretas y tangibles a nuestros estudiantes. Para terminar, hace pruebas que no miden el nivel de aprendizaje requerido.

Costa Rica y sus estudiantes merecen una educación de calidad, como la que teníamos antes. Volvamos a dar importancia a la educación costarricense, volvamos a brillar como país caracterizado por su excelencia académica.

julietalarab@gmail.com

La autora es educadora.