Educación en Costa Rica: ¡vamos tarde!

Vastas áreas del sistema educativo siguen aletargadas y con graves rezagos

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El balance general del Tercer Informe Estado de la Educaciónseñala que en los últimos cinco años el sistema educativo costarricense experimentó cambios positivos, que lo sacan del estancamiento de las últimas décadas. Aumentó el financiamiento a la educación pública y se ampliaron las coberturas desde preescolar hasta el nivel universitario.

En la educación general básica se fortalecieron los programas de equidad, especialmente las becas, aumentó la retención estudiantil y los salarios de los docentes experimentaron mejoras. Asimismo, la educación superior pública siguió consolidándose como el principal generador de investigación en ciencia y tecnología y se dieron avances importantes en la acreditación de carreras.

Estos son pasos en la dirección correcta, pues refuerzan áreas clave del sistema educativo público, el corazón de la educación nacional.

Graves rezagos. Los cambios, aunque importantes, han sido selectivos y vastas áreas del sistema educativo siguen aletargadas y con graves rezagos, verdaderos “pesos muertos” para el desarrollo nacional.

Un ejemplo de ello es el déficit histórico que se arrastra en infraestructura y que afecta los centros educativos, muchos de los cuales no cuentan con condiciones mínimas para generar ambientes de aprendizaje adecuados y atractivos para alumnas y alumnos.

Tampoco el sistema ha logrado avances sostenidos en el rendimiento de los estudiantes de secundaria (aprobación y repitencia); el número de graduados en todos los niveles de la educación técnica –tanto en secundaria como en la formación profesional (INA) y en el nivel superior especializado– es insuficiente, y mayoría de las carreras de formación docente continúan operando con escasos controles de calidad, mientras sus egresados siguen en aumento, sin un perfil claro de contratación por parte de los empleadores. En la mayoría de estos temas no hubo progresos significativos.

Una inercia de implicaciones estratégicas es la persistencia, en el Ministerio de Educación Pública, principal ente rector del sistema, de una compleja organización burocrática con múltiples grupos de interés enfrascados en permanentes disputas de poder. Las autoridades educativas presiden una institución fragmentada, en la que diversos centros de poder, nacionales o locales, se esfuerzan por defender cuotas de influencia, lo que hace difícil encauzar a la entidad a partir de prioridades generales.

El exceso de procedimientos, regulaciones, estructuras y normativas dan como resultado un sistema poco dúctil y eficiente, que resta agilidad a la toma de decisiones y creatividad al personal docente para brindar a las alumnas y los alumnos procesos de enseñanza más significativos.

Cambios insuficientes. Aunque en el balance la educación nacional está hoy mejor que hace cinco años, los cambios han sido lentos e insuficientes. El sistema está lejos de lo que Costa Rica necesita para atender sus principales desafíos, sobre todo en la formación de una fuerza laboral altamente calificada. Debido a su perfil demográfico y nivel de desarrollo, el país ya debería haber logrado la universalización de la enseñanza secundaria y conformando una robusta y amplia capa de técnicos, profesionales y científicos.

Esto no ha sido así, y con ello se desaprovecha buena parte del “bono” que ofrece la dinámica demográfica. Luego de más de un siglo en el que la educación ha tenido una alta prioridad en la política pública, los indicadores nacionales en este ámbito son muy inferiores a los niveles que ostentan países desarrollados y naciones emergentes, razón por la cual el Informe del Estado de la Educación señala que tarde y que además nos estamos quedando atrás.

En todos los indicadores Costa Rica está por debajo del promedio de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Un ejemplo es el porcentaje de la población con secundaria completa; el índice de oportunidades educativas, construido para el citado Informe con el fin de medir los logros en esta materia, arroja resultados poco alentadores: en el 2009 apenas un 40% de jóvenes de entre 17 y 21 años logró completar la educación diversificada.

Si la comparación se hace con respecto a América Latina, utilizando la tasa global de deserción de jóvenes de 15 a 19 años que calcula la Cepal como un indicador del desempeño escolar, los datos llaman a la reflexión. A inicios de la década de los noventa, Costa Rica tenía una tasa de deserción superior al promedio latinoamericano, ya que la mitad de las personas en el rango de edad señalado abandonaba el sistema educativo sin completar la secundaria.

Aunque en la década del 2000 el país tuvo mejoras importantes en este ámbito, lo cierto es que apenas logró alcanzar el promedio de la región, muy lejos aún de países como Chile, República Dominicana y Brasil, cuyas cifras de deserción están por debajo del promedio regional.

Finalmente, mientras en las naciones desarrolladas más el 50% de los estudiantes de secundaria se inscribe en programas vocacionales y de educación técnica, en Costa Rica esta matrícula tan solo representa el 20% del total del sistema educativo formal. A esto se suman la escasez de egresados universitarios en Ciencias Básicas e Ingenierías y la baja proporción de técnicos medios y especializados que se gradúan del INA.

Los rezagos y las inconsistencias del desempeño educativo nacional son preocupantes, pues afectan áreas clave para el estilo de desarrollo que Costa Rica adoptó hace veinte años, basado en la atracción de inversiones de alta calidad y valor agregado. Para un país cuya capacidad de atraer inversiones depende críticamente de la calidad de su mano de obra, estos resultados son escasos y representan, sin duda, una debilidad estratégica que se debe superar con celeridad en los próximos años.

Isabel Román Coordinadora General de de Investigación, Tercer Informe Estado de la Educación en Costa Rica