Dos conclusiones sobre el problema fiscal

El déficit fiscal es serio y complejo y, por tanto, exige soluciones igual de contundentes

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He asistido a dos foros sobre sostenibilidad fiscal. Uno organizado por el Banco Mundial y otro por el Estado de la Nación. De las exposiciones de los expertos del BID, de la Cepal, de la OCDE y del Centro Interamericano de Administraciones Tributarias (CIAT), extraigo dos conclusiones.

Primera. El “recortismo” no es la solución al problema fiscal. La tesis recortista, que sostienen algunos diputados, consiste en afirmar que el problema del déficit se solventa recortando el presupuesto, sin método y sin análisis; esta tesis la rechazan los expertos del Banco Mundial, la Cepal, la OCDE y el BID.

Pablo Saavedra, gerente del área de macroeconomía y gestión fiscal de América Latina, del Banco Mundial, sostuvo que la reforma del lado de los ingresos es crítica. Es decir, que la mejora de los ingresos tributarios, tanto el aumento de los tributos como por la creación de otros novedosos, y el avance en la lucha contra el fraude fiscal es el pilar fundamental para solventar, de forma perdurable en el tiempo, el problema de la insostenibilidad fiscal.

El expositor señaló como experiencia exitosa lo que recientemente hizo Chile para resolver su problema fiscal: aumentó el impuesto sobre la renta de las empresas, amplió la base del IVA y redujo el fraude fiscal.

Al referirse a las reformas del lado del gasto, el experto del Banco Mundial, en ningún momento hizo un llamado al recortismo. No lo hizo, y al no hacerlo hasta provocó el enojo de algunos diputados que estaban presentes en el foro, quienes se mostraron molestos por la impresión de que expertos de un organismo internacional contradijeran sus posturas.

Más aún, para mayor enojo de quienes han venido sosteniendo la tesis recortista, Humberto López, del Banco Mundial, hizo una aclaración fundamental, pues señaló que los recortes debían ser inteligentes y que no constituían una vía suficiente para el problema.

De la misma forma, otros organismos como el BID y la OCDE no comulgan con la tesis recortista. Los mismos diputados que desatienden estas ideas cuando vienen del Frente Amplio, quizás las escuchen cuando proceden del análisis de estos organismos internacionales.

Segunda conclusión. Esperar tiene un costo, y esperar mucho tiene un costo mayor. Los organismos internacionales señalan que si hoy no hacemos nada la deuda pública podría alcanzar niveles entre el 60% y el 70% del PIB en el 2019. Esto generaría un alza incontrolable del gasto por el pago de intereses. Si no hacemos algo ahora, en el 2019 gastaremos un 5,2% del PIB en pagar intereses. Así el dinero que tiene el Estado para invertir en programas sociales, salud, educación e infraestructura se reduciría dramáticamente. Además, habría una fuerte presión al alza de las tasas de interés, se reduciría la inversión y, por tanto, el empleo.

¿Querrán algunos sectores llevarnos a esa situación o pretenden que lleguemos a un estado límite para que, ya inmersos en una situación insostenible, validar sus soñados intentos de recortar el Estado social de derecho?

¿Han adoptado algunos partidos la estrategia del shock y pretenden llevar a nuestra nación a una situación límite para legitimar sus superrecortes y la supresión de la institucionalidad pública?

Los organismos internacionales, desde la Cepal hasta el Banco Mundial, han sido clarísimos: las reformas para obtener más ingresos, en tributos por ejemplo, y una mejora en la administración tributaria para evitar el fraude fiscal son necesarias ahora mismo.

Responsabilidad. Nos place saber que el gobierno del PAC pondrá en discusión en las sesiones extraordinarias el tema de las reformas a renta y ventas. No hay tiempo, ministro Helio Fallas. Debemos discutir estos proyectos. No hay tiempo, es hora de explorar consensos, de atender la responsabilidad que tenemos de solventar los problemas nacionales.

“Hay demasiados intereses particulares y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común”, escribe el papa Francisco.

Ojalá esta no sea una coyuntura en la que, una vez más, los intereses particulares prevalecerán sobre el interés común.

El problema es serio y complejo, y, por tanto, exige soluciones serias y complejas.

José Ramírez Aguilar es diputado por el Frente Amplio.