Dinastías en la Asamblea Legislativa

Al Congreso llega un padre diputado, cuya hija deja de ser legisladora, quien a su vez ‘heredó' la curul de una de sus tías

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Entre las muchas reflexiones que me quedan de las elecciones nacionales, es prácticamente inevitable analizar la conformación de la nueva Asamblea Legislativa.

Da la impresión, en algunos casos, de tratarse de una dinastía con puestos casi heredados, que se “merecen” porque se forma parte de un grupo político consolidado, o, peor aún, por ser miembros de familias destacadas en diferentes regiones que ostentan “el derecho” al poder casi a perpetuidad.

Muchos ejemplos destacan, sobre todo, en los denominados “partidos tradicionales”. Para el cuatrienio que se inicia el 1.° de mayo próximo, hay un padre diputado electo, cuya hija deja de ser legisladora, quien a su vez “heredó” la curul de una de sus tías.

Aunque no cuestiono las capacidades de dichas personas, me es inevitable preguntar: ¿No hay líderes diferentes? ¿Nadie considera la posibilidad de dar oportunidad a nuevas figuras, que refresquen el Congreso con sus rostros y propuestas?

Entre los más recientes, llama la atención, por cierto bastante publicitado en los medios de comunicación, el caso de las esposas de dos líderes políticos que han sido diputados u ocupado otros cargos públicos. ¿Qué pasó? Cuando inevitablemente una ganó el espacio, el esposo de la que no resultó favorecida anunció su retiro de la campaña. ¿Se trataba de un compromiso con la patria o era un compromiso partidario, ideológico, o solo una oportunidad que se le escapó?

Figuran también los que repiten como diputados. Por más buena que haya sido su gestión en otro período, cabe preguntar: ¿Qué pensarán los votantes de todas las provincias cuando con frecuencia les presentan “a los mismos de siempre”?

Hay a quienes los recordamos únicamente por ocupar cargos públicos, además de retornar a una curul, pues antes han sido alcaldes o embajadores. ¿Carecen las formaciones políticas de la capacidad para poner a gente diferente? ¿No tienen o no encuentran? ¿Será que las caras nuevas no quieren seguirlos?

Nos alarma el creciente abstencionismo, unos partidos que emergen y otros que desaparecen, pero invisibilizamos algunas causas del cada día creciente desencanto político, que nos lleva también a golpear las sólidas bases de nuestro sistema democrático.

¿Será posible que no tengan más consideraciones para con los votantes y les sea imposible esforzarse un poquito por remozarse y presentarnos alternativas distintas en todos los ámbitos?

Tal vez así podamos salir un poco de esta etapa en que mucho nos encontramos, conscientes de nuestra obligación patriótica de salir a votar, pero, con muchas incredulidades y escasas ilusiones, considerando que debemos cumplir con la democracia, votando por quien nos parezca “menos malo”.

mgutierrez@repretel.com

La autora es periodista.