Deseo romano

La Ciudad Eterna aspira a ser la sede de la Exposición Universal del 2030 y para ello su lema gira en torno a las personas, los territorios, la inclusión y la innovación

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Un paseo por el centro de Roma basta para entender por qué se la conoce como la Ciudad Eterna. Su historia se superpone sin borrarse, en una preciosa estratificación para los estudiosos, única para los habitantes y fascinante para los visitantes de todo el mundo.

Desde hace casi 30.000 años, la capital de Italia es ejemplo de continuidad, capacidad de adaptación a los cambios y de reinventar su presente. De ello da fe su profunda riqueza artística, testigo del ajuste de Roma a las cambiantes circunstancias a lo largo de los milenios. La ciudad se presentó para acoger la Exposición Universal del 2030.

Desde la Antigüedad, Roma muestra el camino ideando soluciones vanguardistas según las exigencias de las comunidades que allí vivían. Un claro ejemplo es la innovadora red de acueductos que le dio a Roma el sobrenombre de Regina Aquarum (Reina de las Aguas) o la red de carreteras consulares que unían la Ciudad Eterna con las provincias de la península del Imperio (todos los caminos llevan a Roma). La visión que Roma quiere aportar a la Expo nace de su propia capacidad de interpretar el patrimonio pasado y presente con vistas al futuro.

Desde su fundación, Roma, situada en el centro del Mediterráneo y cruce de tres continentes, atrajo ideas y talentos desde más allá de sus fronteras. El extraordinario conjunto de arte y cultura que atesora no habría sido posible sin la contribución de otras culturas.

El resultado es una combinación única de historia, naturaleza y personas que hace de Roma una capital moderna, destino de millones de visitantes y donde, como hace dos milenios, la gente convive bajo la bandera de los valores de la libertad y la aceptación mutua.

Roma es también la metrópolis con más zonas verdes de Europa. Sus parques urbanos, las villas históricas y las reservas naturales aportan un equilibrio especial, una integración antigua entre ciudadanos y naturaleza, que puede representar un ejemplo para el futuro. No es casualidad que Roma sea el mayor municipio agrícola de Europa: dentro de su perímetro se desarrolla una intensa actividad de cultivos, a menudo innovadores.

Roma no ha optado por una propuesta con un impacto mediático sencillo: no quiere captar la atención basándose únicamente en su pasado. En su lugar, adoptó un lema en su programa que se centra tanto en el presente como en el futuro: “People and territories: urban regeneration, inclusion and innovation”. El tema plantea un reto común a todos los países de la comunidad internacional, que hace referencia a las recomendaciones de las Naciones Unidas definidas en la Agenda 2030.

Esta opción temática afecta a todo el planeta y sus habitantes. Abarca ámbitos como la evolución y la regeneración de nuestros territorios bajo la amenaza del cambio climático y sus efectos devastadores, la diversidad y la inclusividad de nuestras comunidades, la sostenibilidad de nuestras aglomeraciones urbanas y la economía circular, la descentralización y la movilidad local, nacional e internacional y la conectividad digital como motor de desarrollo económico y social.

Expo Roma 2030 pretende afrontar estos asuntos, estimular el debate, señalar un camino compartido e identificar soluciones comunes.

Roma pretende afrontar este camino no exponiéndose, sino ofreciendo a los países participantes una vía operativa de colaboración, que tendrá su punto de llegada en la Expo y, en los años que nos separan de la cita, la puesta en marcha de proyectos e iniciativas comunes centrados en las diferentes experiencias y necesidades nacionales.

La ciudad se encuentra también en el centro de un sistema de transportes único en el mundo. Desde el aeropuerto se puede llegar en menos de dos horas de vuelo a las principales capitales europeas, de los Balcanes, norte de África y Oriente Medio, y en tres horas a los destinos de toda la región euromediterránea, como Ankara, Beirut o El Cairo.

Un avanzado sistema de enlaces aéreos, autopistas o trenes de alta velocidad permite llegar fácil y rápidamente a los principales destinos italianos. En el 2030, estos tiempos se reducirán casi a la mitad gracias a las nuevas inversiones planificadas por el gobierno italiano.

Roma es también la capital mundial de la diplomacia. Acoge las embajadas de 139 naciones diferentes, además de las acreditadas en la Santa Sede y San Marino. Alberga a más de 130 representaciones en los organismos de las Naciones Unidas encargados de la alimentación y la agricultura (FAO, FIDA, PMA).

Roma es también un lugar extraordinario de movimiento social, sede de numerosas asociaciones culturales y ONG, que abarcan desde la solidaridad hasta la asistencia, de la educación al fomento de la alfabetización tecnológica, del sector agroalimentario a la promoción de la defensa ambiental.

Italia no necesita carta de presentación en América Latina. Desde hace siglos, mantenemos una relación profunda y clara, sin pretensiones coloniales, recíprocamente respetuosa, basada en la cooperación y en la colaboración mutua.

Costa Rica es el hogar de una gran comunidad de ciudadanos italianos, que se integraron perfectamente y contribuyen al progreso de este país, nuestro país. Esta historia de respeto y colaboración recíprocos favorece la instauración, precisamente en Roma, del primer organismo intergubernamental entre un país europeo y América Latina: la Organización Internacional Ítalo-latinoamericana, en activo desde 1966.

La última Exposición Universal se celebró en un país árabe, en los Emiratos Árabes Unidos (Dubái 2020-21). La próxima se celebrará en Asia, en Japón (Osaka 2025). Dada la falta de ciudades candidatas de África y América Latina, es legítimo esperar que en el 2030 se celebre en una de la Unión Europea.

alberto.colella@esteri.it

El autor es embajador de Italia en Costa Rica.