Desafío diario para los agricultores de Oreamuno y Alvarado

En el norte de Cartago se cultivan principalmente hortalizas, frutas, granos básicos, raíces y tubérculos

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Los habitantes del norte de Cartago, especialmente los agricultores de Oreamuno y Alvarado, enfrentan el desafío diario de transitar por la ruta nacional 230, columna vertebral de la actividad económica de la región, que los conecta con los cantones Central y Turrialba.

Han sido muchas décadas de abandono, y es necesario prestarle atención. No es solo un trayecto para el traslado de mercancías o el flujo turístico, sino también una necesidad para la supervivencia de la comunidad.

La Comisión Nacional de Prevención de Riesgos y Atención de Emergencias (CNE) confirma que si ocurriera, por ejemplo, la erupción del volcán Turrialba, sería la vía de escape local.

Los estragos del tiempo y el mantenimiento precario se reflejan en el deterioro de la carretera. Los vehículos, como testigos mudos, padecen diariamente el maltrato. Los agricultores, cuando transportan sus cosechas, sufren pérdidas innecesarias debidas a un trayecto inhóspito.

En 92.513 hectáreas, estos cantones representan el 13,9 % de la superficie agropecuaria de Costa Rica. Aquí se cultivan principalmente hortalizas, frutas, granos básicos, raíces y tubérculos, y se lleva a cabo una pujante producción lechera. Por otra parte, solo en el 2019, Oreamuno y Turrialba atrajeron a 86.000 turistas.

La incapacidad del suelo para drenar el agua de lluvia es una amenaza latente. A la obstrucción de cajas de registro y alcantarillas se suma la falta de mantenimiento, que desencadenan inundaciones que afectan hogares y negocios en los alrededores. Los huecos, las irregularidades, la ausencia de señalización e iluminación convierten el viaje en una odisea permanentemente.

El llamamiento es directo y urgente al Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT). Los parches, que han sido la tónica últimamente, son insuficientes. Cuarenta años han transcurrido desde el nacimiento de la ruta 230, pero su vida útil se agotó sin recibir la atención que merece.

La comunidad espera una intervención integral, una reconstrucción que asegure no solo el tránsito fluido, sino también la seguridad y el desarrollo de la región.

La ruta nacional 230 trasciende su papel como mera conexión entre puntos geográficos; es el vínculo tangible entre el progreso y el estancamiento. La negligencia compromete la movilidad y el futuro de quienes dependen de ella para procurarse el sustento y sobrevivir.

La ruta 230 es vital para la zona norte de Cartago, merece una transformación integral. El MOPT debe responder a este llamamiento dejando los parches y comprometiéndose con la renovación total.

La comunidad lo necesita, pues la seguridad y prosperidad dependen de una vía transitable para continuar abasteciendo las ferias del agricultor del país y para la reactivación del turismo local.

fabian.marrerosoto@gmail.com

El autor es publicista.