Derechos culturales de escolares y colegiales

Niños y adolescentes también necesitan comer arte, cuentos, canciones y teatro.

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Los escolares y los colegiales tienen derecho a vivir, a comer, a no ser usados como soldados, a no ser refugiados de guerra, a curarse si se enferman. Cubiertas estas necesidades “vitales”, también tienen derecho a escribir, dibujar, bailar, ver obras de teatro y cantar.

Por eso, el artículo 4 de la Convención sobre los Derechos del Niño, vigente en Costa Rica desde 1990, habla de sus derechos culturales, que definimos como aquellos que les permiten expresar su talento artístico y creatividad, y aprehender las distintas manifestaciones artísticas para su aprendizaje, desarrollo y evolución personal.

También para su disfrute porque cuando los colegiales escriben poemas no están pensando en un bestseller. La Convención es para niños y adolescentes hasta los dieciocho años, incluye preescolares, escolares y colegiales.

Los derechos culturales implican que al emitir y recibir mensajes culturales, construyen su visión del mundo. El artículo 8 de la Convención consolida el compromiso “a respetar el derecho del niño a preservar su identidad”, pero, claro, antes hay que promover en los escolares y los colegiales discernimiento propio, y en ese proceso el arte es fundamental, al permitirles expresar sus ideas y sentimientos y percibir la realidad a través de canciones, obras de teatro, libros, bailes y pinturas.

Docentes. Los maestros saben que cuando los escolares bailan se expresan libremente y no están pensando en el Ballet Bolshoi, por lo cual el artículo 12 garantiza “al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio el derecho de expresar su opinión libremente”, y el arte es esencial en la formación de ese criterio propio, de ese entendimiento.

Los maestros de música saben que cuando los escolares tocan la flauta no están pensando en el Teatro Nacional, solo expresan su personalidad, por eso la Convención les da en su artículo 13 derecho a la libertad de expresión “ya sea oralmente, por escrito o impresa, en forma artística”.

Escribir, pintar, bailar, esculpir o dibujar son derechos de los infantes y de los adolescentes, no son simples entretenimientos o diversiones, y se les debe promover porque integran el desarrollo de sus capacidades. Si decimos “somos lo que comemos”, de los niños podemos decir que “son lo que escriben, lo que dibujan, lo que bailan”.

Los maestros de música saben que cuando los niños cantan no están pensando en la ópera, por lo que el artículo 17 habla de promover “materiales procedentes de diversas fuentes culturales, nacionales e internacionales, y de alentar “la producción y difusión de libros para niños” porque tienen derecho a leer textos adecuados para su edad, a la creación de obras de teatro, cine, música, poesía y cuentos que favorezcan su desarrollo, sin subestimar a los niños, sin “clasificar” su capacidad de comprensión por su edad, como si los años fueran un compartimento rígido. Ser niño y joven es ya todo un arte, y la edad es un lienzo en blanco.

Educación. Los profesores de música saben que cuando los colegiales tocan el tambor no están pensando en el baterista de los Rolling Stones, están en su desfile, por eso el artículo 27 reconoce “el derecho de todo niño a un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social”.

La Educación, por supuesto, es protagonista vital en este proceso, y así lo admite el artículo 29 al indicar “que la educación del niño deberá estar encaminada a desarrollar la personalidad, las aptitudes y la capacidad mental” y a “inculcar al niño el respeto de su propia identidad cultural”.

Un niño que escribe, toca un instrumento o pinta, es como si hablara otro idioma. El artículo 31 va todavía más allá al reconocer el derecho de los niños a participar libre y plenamente en la vida cultural y artística para lo cual pide propiciar oportunidades apropiadas, en condiciones de igualdad.

Esas oportunidades nacen en el hogar y se desarrollan en las aulas. Maestros y profesores son guías a través de la selva de inquietudes y talentos todavía por descubrirse.

Los profesores de Artes Plásticas saben que cuando los escolares dibujan no están pensando en subastas millonarias, solo están ejerciendo el derecho de germinar, como semillas de universo.

El autor es escritor e investigador.