Derecho de respuesta: Ministro de Ambiente: sí estamos estafando a los turistas

Derecho de respuesta solicitado por el Mario A. Boza a artículo publicado el 26/11/2017

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En la respuesta del ministro de Ambiente y Energía, Édgar Gutiérrez, publicada en La Nación el domingo 26 de noviembre, sobre nuestros parques nacionales, me alude con relación a unas declaraciones dadas por mí sobre el tema (“Estafamos a turistas con los parques nacionales”, 21/11/2017), y en las cuales yo no mencioné su nombre.

El ministro afirma que mi comentario “nuestros parques nacionales estafan a los turistas” es lamentable, injusto y temerario. Esa es su opinión, pero no puede decir que es falso. Si un ciudadano norteamericano visita los parques nacionales de su país, como Grand Canyon, Yellowstone o Yosemite –los cuales he tenido oportunidad de visitar–, pagará $15 de entrada, pero sabe que encontrará instalaciones en excelente estado, tales como carretera de acceso, caseta de entrada, estacionamientos, senderos, miradores, centros de visitantes, servicios sanitarios, anfiteatros, edificios históricos, tiendas, áreas para acampar o almorzar, áreas verdes alrededor de los edificios, espacios adecuados para discapacitados, estaciones biológicas, edificio administrativo y casas para los guardaparques. Además, encontrará guardaparques uniformados que le darán toda clase de explicaciones, autobuses que lo transportarán a sitios de interés y programas de interpretación en el centro de visitantes y a lo largo de los senderos (literatura, exhibidores, maquetas, letreros, proyección de videos, etc.). Todo eso y mucho más por los $15. El precio no incluye las maravillas naturales porque esas las puso la naturaleza.

Ese mismo turista viene a Costa Rica, visita el Parque Nacional Arenal, le cobran también $15 y a cambio encuentra instalaciones deficientes o inexistentes, como el sendero a la colada de lava, el cual es una invitación a quebrarse una pierna (como se puede ver en la fotografía que adjunto); por ninguna parte hallará guardaparques que brinden explicaciones –excepto el que cobra– y observará que no hay interpretación, ni siquiera un folleto o plegable de entrada. Y estoy presentando un solo ejemplo. Esta situación, que da vergüenza, se repite en la mayoría de nuestros parques nacionales. Si eso no es una estafa, entonces no sé lo que significa esta palabra.

Este es el fondo de toda la discusión, que el ministro parece no comprender al decir que no hay dinero ni para mantener un camino dentro de un parque nacional. Aparte de que tal afirmación causa hilaridad, resulta que sí hay fondos; los parques y reservas generan $23,8 millones en tarifas de entrada, derechos de investigación, concesiones y otros –además de los fondos del presupuesto anual ordinario–. Lo que sucede es que esos dineros se usan –ilegalmente a mi juicio– en otras necesidades que nada tienen que ver con las áreas protegidas. Es inaceptable que nuestros parques nacionales estén tan abandonados y desfinanciados, cuando generan tantos fondos y suministran tantos beneficios al país.

Si nuestro país quiere continuar recibiendo turismo de naturaleza o ecoturismo, debe proteger adecuadamente los parques nacionales y las reservas, y debe, también, desarrollarlos. Más guardaparques y mejores instalaciones son la solución.

Sobre el mismo tema, el ministro dice que mis declaraciones desmotivan a los funcionarios. Si se refiere a los guardaparques, los héroes de la conservación de nuestro país, lamento hacerle saber que estos están muy desmotivados desde hace muchos años, al verse incapaces de detener, con los escasos equipos y materiales de trabajo de que disponen, la ola de destrucción que nuestras áreas protegidas están sufriendo, y que la Sala Constitucional avala al decir en la respuesta al recurso de amparo que nos vimos obligados a presentar, que “el Estado no ha sido capaz de brindar una protección efectiva a las áreas de conservación en el país”. ¿Es que el ministro no habla nunca con los guardaparques para darse cuenta de lo desmotivados que están?

También la Contraloría General de la República, en su informe de diciembre del 2014 sobre la eficacia del Sinac y el Minae, constató “debilidades en cuanto a los insumos para el funcionamiento y consolidación de las áreas silvestres protegidas” y amenazas a la biodiversidad.

El ministro presenta como gran logro –prácticamente el único– una inversión de $13,8 millones de un préstamo del BID. Esa fue una gestión del gobierno anterior, y la actual administración no ha conseguido donaciones o préstamos importantes. El sendero de La Bahía, en Arenal, que el ministro menciona, casi no se usa, el que se utiliza es el de la colada de lava, antes mencionado. Hay casas abandonadas construidas con esos fondos, como las del corredor fronterizo, Tiricias y Boca Tapada (el mismo ministro acepta que hay instalaciones en abandono).

El nuevo sendero de Caño Negro no lo usa nadie, el sendero para personas con discapacidad en Manuel Antonio no sirve, por su pendiente, para visitantes en sillas de ruedas y los servicios sanitarios del parque dan vergüenza. Gran parte de lo construido no ha solucionado el problema de fondo: el gran rezago existente en infraestructura turística en nuestros parques nacionales. Además, merecería la pena investigar los criterios con los cuales fueron planificadas las inversiones.

Finalmente, la “estatura que tiene Costa Rica en materia ambiental”, a la cual se refiere el ministro, es inexistente en materia de conservación de la naturaleza; sobre el impacto a la cooperación internacional, debo decir que para mí es nuevo que a los cooperantes haya que ocultarles la verdad acerca de como estamos en materia ambiental, para que nos den donaciones; con respecto a que en los parques existía “una cultura del tugurio”, debo indicar que tugurios para vivir los guardaparques es lo que tenemos ahora y los problemas de oreo y de narcotráfico en Corcovado, cuya solución fue ordenada por la Sala Constitucional, están lejos de resolverse: Corcovado sigue invadido por oreros.

Pero nuestros parques nacionales no necesitan donaciones. Basta con no quitarles los fondos que generan, aumentar con más concesiones de servicios no esenciales para generar nuevos empleos en las zonas rurales y con cobrar tarifas de entrada en los parques donde no se cobra, como el Marino Las Baulas, para que, fácilmente, lleguemos a ingresos anuales de unos $30 millones.

Con esa suma, cubriríamos un 70 % de los gastos en protección y desarrollo, como sucede en los parques nacionales de Sudáfrica. Lo que debemos hacer es darles a nuestros parques la importancia que merecen como generadores de divisas y de empleos para el país.

Mario A. Boza, historiador