Derecho a disentir en libertad

En la mayoría de las naciones del mundo hay un temor cotidiano para expresarse

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En las últimas semanas, con diferentes metodologías, Reporteros Sin Fronteras y la organización Freedom House han colocado al país entre los primeros 10 países del mundo con mayor libertad de prensa. Sexta y sétima posición, respectivamente.

 Esas calificaciones deberíaN llenarnos de orgullo al no existir acá peligros para el ejercicio libre de la prensa. Ninguna persona o periodista de medios rurales, académicos, comerciales o de otra índole está siendo amenazado, chanteajado, agredido o muerto por cumplir con su labor o expresar sus ideas.

 Hay que mirar las cosas en contexto para valorar la libertad de las personas en nuestro país, solo nos acompañan en nuestra América dos pueblos: Chile y Uruguay. Pero en la mayoría de las naciones del mundo existen serias limitaciones y hay un temor cotidiano para expresarse como ocurre en Rusia, China, Kazajistán, Arabia Saudí y Siria.

 Es cierto que debemos avanzar. Son legítimas las críticas por las dificultades al acceso a la información pública que algunos funcionarios ponen, al resistirse a suministrarles a los periodistas y personas los datos que todos los habitantes tienen el derecho de conocer. Obligándolos a recurrir a la Sala Constitucional una y otra vez.

También se han mencionado intentos fallidos de sectores que han tratado en el pasado de limitar, sin éxito, la labor de la prensa. Peligros que las organizaciones como el Instituto de Prensa y Libertad de Expresión (Iplex), el Colegio de Periodistas y los medios informativos han enfrentado con valentía.

Sabemos de tareas pendientes como la despenalización de los delitos contra el honor para no amenazar con prisión a los comunicadores por informar de buena fe. Incorporar la cláusula de conciencia en el ejercicio del periodismo para fortaleceR la libertad individual de los comunicadores, así como visualizar y sumar más voces a la discusión sobre el futuro del país.

 Además, tenemos retos: mejorar la calidad de la profesión, exigir estándares éticos para cuidar nuestra libertad aportando responsabilidad, impulsar el derecho a disentir como una forma de convivencia democrática que nos permita, a todos, ser más tolerantes y construir sobre nuestras diferencias una nación mejor.

La labor no está concluida.  Tenemos muchas luchas pendientes para fortalecer los derechos humanos y cuidar nuestros logros, en especial, la  libertad de expresión y de prensa en Costa Rica.

El autor es periodista.