De refinerías y crisis energéticas

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En su artículo “Países centroamericanos al borde de una crisis energética”, publicado en este espacio el pasado 17 de julio, el señor Rafael Vilagut expone con claridad la crisis energética de los países de la Cuenca del Caribe, enfocándose en la baja capacidad de refinación de la región, así como en el fracaso de sendos proyectos para construir refinerías: la Refinería Mesoamericana y la llamada “Refinería China”, en nuestro país. A pesar de señalar la seria problemática que enfrenta la región, el fundamento del artículo es la producción de energía por medio de combustibles fósiles, específicamente el petróleo.

Desde mi perspectiva como estudiante, como costarricense pero, sobre todo, como ciudadano del mundo, me pregunto si el debate acerca de la crisis energética debe girar en torno a nuestra reducida capacidad de refinación o a planes fallidos o pospuestos de nuevas refinadoras. Como es bien sabido, la producción de energía con combustibles fósiles, además de ser insostenible, es una de las mayores causas de la emisión de gases de efecto invernadero, responsables del cambio climático, fenómeno que amenaza directamente la vida, en todas sus formas, en el planeta.

En nuestro país manejamos un doble discurso en cuanto a los temas medioambientales, pero la Estrategia Nacional de Cambio Climático surge como una iniciativa para convertirnos en el primer país carbono neutral del mundo, realizando cambios estructurales en todos los sectores responsables de la emisión de gases de efecto invernadero. Esta propuesta aspira a que el 100% de la energía provenga de fuentes renovables y limpias. Más del 90% de la energía producida en nuestro país sale de fuentes renovables y, sin embargo, parece que el debate sigue girando en torno a los combustibles fósiles.

Lo anterior es grave, dado que a pesar del significativo porcentaje de producción renovable, la demanda no hace más que aumentar y, al mismo tiempo, subsiste la dependencia del sector transporte de los combustibles fósiles.

La refinería que se pretendía construir en Moín se encontraba gravemente viciada, desde una perspectiva jurídica, y en buena hora la Contraloría tomó cartas en el asunto. Sin embargo, más allá del tema legal, debe estudiarse el mensaje que un proyecto así transmite. El doble discurso del gobierno es más que obvio: a pesar de promover un plan nacional de energía que incentiva la sustitución de combustibles fósiles por biocombustibles, impulsa con bombos y platillos la creación de una nueva refinería.

Transitar hacia una economía verde y carbono neutral no es un proyecto fácil ni rápido; debe implementarse paulatinamente y con cuidado. Como ciudadanos del mundo, debemos primero desarrollar todas las medidas que estén a nuestro alcance para luchar contra el desastre que hemos causado y seguimos causando en la Tierra y, en segunda instancia, asumir un papel de órganos de contraloría privada, para evitar que el gobierno, muchas veces alejado del interés público en su accionar, nos “baile”.