De lo que nose ha hablado aún

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En esta primera parte de la campaña electoral, que finalizó con las votaciones del domingo 2 de febrero, muchos temas se quedaron en el tintero. Prevalecieron, como ha ocurrido en otras campañas, las acusaciones y las descalificaciones entre candidatos. En esto, los medios de comunicación fueron fiel reflejo del nivel de la discusión, no solo en la información que brindaron, sino, además, en las opiniones que externaron. Ejemplo de esto fue el esfuerzo encaminado a demostrar el peligro que corría Costa Rica de que se llegase a poner en práctica el socialismo argentino-venezolano-nicaragüense, modelo de socialismo de cuya existencia nos instruyó la prensa. Pues bien, de lo no dicho hay un tema al cual me quiero referir: el ambiente.

Importancia del tema ambiental. ¿Por qué es tan importante el tema ambiental? En primer lugar, por lo más obvio: si se quiere hablar seriamente de desarrollo económico y social, este tiene que ser ambientalmente sustentable porque de ello depende la sostenibilidad del desarrollo mismo. Es decir, hoy en día, cualquier modelo de desarrollo que se proponga debe ser ambientalmente sostenible para que perdure en el tiempo, para que sea un desarrollo a largo plazo, y no una simple propuesta coyuntural.

Para comprender la gravedad del problema es importante tomar en cuenta que, según el programa Estado de la Nación, el actual modelo de desarrollo –o estilo, si se quiere– implica un uso de los recursos naturales que supera en un 11% la biocapacidad del territorio, esto es, la capacidad de nuestros ecosistemas de reponer esos recursos.

Pero, además, y en un sentido más inmediato, esta temática se halla relacionada con la actividad turística –tan importante para nuestra economía–, que depende en mucho de la imagen de una Costa Rica verde. De ahí que el asunto debió estar en el centro de la discusión en esta campaña; sin embargo, hasta ahora no ha sido así.

En relación con el ambiente, Costa Rica tiene, por lo menos, dos grandes retos relacionados con la sustentabilidad de nuestro desarrollo: el replanteamiento de su matriz energética y la reforma de su sistema de áreas de conservación.

Dependencia del petróleo. En cuanto a lo primero, el objetivo a alcanzar es claro: superar la dependencia del petróleo y sus derivados como fuente de energía, no solo por el costo económico que tiene –y que probablemente aumente en el futuro–, sino también por el costo ambiental que genera. Este es un tema que se trató tangencialmente cuando se habló del problema del transporte público. Sin embargo, la superficialidad con que se abordó no permitió establecer las relaciones existentes entre el tema energético y nuestro sistema de transporte público, y las implicaciones que dicha relación tiene en términos de la sostenibilidad del modelo de desarrollo.

Áreas de conservación. Por otra parte, el sistema nacional de áreas de conservación administra un 26% de nuestro territorio bajo alguna de las categorías de manejo que contempla la Ley Orgánica del Ambiente. Sin duda, este es una dato positivo, pero lo cierto es que una parte importante de estos territorios, que están sometidos a regímenes jurídicos de conservación, están ilegalmente ocupados por particulares. Se trata de situaciones complejas en las que la solución no pareciera ser el desalojo, pues muchos de esos ocupantes, aunque no todos, son campesinos, pescadores artesanales o pequeños empresarios.

Es necesario, entonces, replantearse las categorías de manejo de nuestras áreas silvestres protegidas, de modo tal que sea posible que en algunas de ellas se pueda combinar la conservación con la presencia de población humana. Este es un problema de carácter social con implicaciones directamente ambientales. Ninguna política de conservación que pretenda ser exitosa puede basarse en la pobreza de una parte de la población.

Los anteriores son solo dos de los varios retos que en materia ambiental tiene el país. Estoy dejando por fuera otros de mucha relevancia como son el ordenamiento territorial, y la tutela y protección del recurso hídrico.

Propuestas concretas. Quedan dos meses de campaña para que los dos únicos candidatos que van a disputarse la presidencia de la República aborden los temas no tratados hasta el momento, entre ellos, el ambiental. Pero, eso sí, deberían hacerlo con profundidad, yendo más allá de las obvias generalidades. No es suficiente señalar la necesidad de desarrollar fuentes de energía distintas al petróleo y sus derivados. Y tampoco lo es decir que el problema de la ocupación en las áreas silvestres protegidas debe ser resuelto. Los candidatos deben presentar propuestas concretas en los diversos temas relacionados con el ambiente. El 6 de abril, uno de los dos candidatos que aún se mantienen en la contienda será el presidente de Costa Rica. Parece razonable que, antes de hacer la escogencia, sepamos qué piensan sobre los principales problemas del país, particularmente los que atañen al ambiente, y cuáles son sus propuestas.