De la vida y de la muerte

La inevitable muerte de todos los seres humanos debería servir para que aprendamos a vivir mejor

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Cuando pasamos de los ochenta, la perspectiva de la muerte nos acecha mucho más que cuando éramos jóvenes. Se podría afirmar que solo los viejos piensan en ella, pero la verdad es que la muerte es la cosa más segura que tenemos, independientemente de la edad, salud, trabajo, pobreza o riqueza.

Las más variadas preocupaciones en la vida son el rasgo más común de los mortales. Desde niños, comenzamos a preocuparnos por una infinidad de cosas, y conforme vamos creciendo las preocupaciones son cada vez más frecuentes e intensas.

Por esa razón, si la persona no se sobrepone, si no encuentra solución a sus problemas, puede llegar a lo peor: el suicidio. El deber principal de las personas es aprender a vivir, resolver cada uno de los problemas o contratiempos que se les presentan.

Cada vez que afrontamos un problema o un disgusto, eliminamos la preocupación recordando que vamos a morir. Teniendo esto en mente, también es fácil disminuir el ritmo veloz de nuestra vida y, en cambio, vivir más en paz.

La muerte es para muchos un tema tabú. Pero su inminencia es tal que nada ganamos con ignorarla. La tanatología, campo del conocimiento médico que trata sobre la muerte, nos enseña que debemos hablar de ella, tal cual es, sin miedo y con valentía.

Muchas personas, especialmente los jóvenes, se escudan en la idea de que quienes mueren son los viejos y, por tanto, no es asunto que les incumbe. Craso error. Todos los días muren niños y jóvenes por las causas más variadas.

La visión fatalista de la vida nos puede llevar a la conclusión equivocada de que en realidad todo carece de sentido. ¡Para qué trabajar y esforzarse, para qué dar curso a los sueños e imponernos disciplina para alcanzar nuestras metas si al fin y al cabo todo terminará con la muerte!

Es al contrario: como algún día dejaremos este mundo y como la vida se vive una sola vez, debemos aprovecharla al máximo. Al ocaso de nuestra vida, no existe mayor satisfacción que haber cumplido con nuestro deber y haber dejado una buena obra para el servicio de los demás.

Don Carlos era un vecino viejo que a diario veía sentado cerca de la puerta de su casa, y cuando le preguntaba cómo le iba, él siempre me contestaba “aquí, esperando la pelona”.

Don Carlos no era tan viejo, ni parecía que tuviera alguna enfermedad grave. Bien podía ocupar sus días en algo más provechoso que permanecer el día sentado. Había sido dueño de una cantina durante casi su vida entera y cuando la cerró no encontró nada más que hacer.

La actitud positiva de muchas personas, en cambio, contrasta notablemente. Otro vecino nuestro, don Bolívar, nos sorprende porque todos los días sale a caminar durante las mañanas, antes de ir a su trabajo, ¡y tiene 96 años!

Una amiga de unos 60 años era una mujer muy alegre. Vestía bien, le encantaba bailar, todo lo veía lindo y siempre la veíamos con una sonrisa en el rostro; le encantaba viajar y disfrutar.

Recuerdo que nos decía “qué importa gastar en viajes o en un buen carro, de por sí cuando uno muere nada se lleva”. Un día de tantos se sintió mal y la llevaron al hospital. Los amigos creíamos que muy pronto le darían de alta, pues siempre se veía saludable.

La noticia de que padecía una leucemia fulminante no podíamos creerla. Nuestra amiga falleció de un momento a otro. Nos dejó una gran lección: la vida hay que aprovecharla y disfrutarla.

Cuando las personas se pensionan, en ocasiones, no encuentran en qué ocupar sus días y se sientan a ver televisión sin ninguna aspiración. Ignoran que la vida les puede regalar muchos años para aprovechar de mil maneras. Otras, en cambio, pasan ocupadas con diligencia en tareas que les interesan y que benefician a los demás.

Deberíamos ocuparnos en la actividad que más nos gusta, de este modo damos sentido a nuestra vida.

En conclusión, sea cual sea la edad que tengamos, teniendo siempre presente que la muerte llega en cualquier momento, deberíamos aprovechar nuestros días en aquellos asuntos y ocupaciones que más nos interesan y nos llenan.

edgars658@gmail.com

El autor es biólogo.