De Durero a la seguridad social actual

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En tiempos de Alberto Durero, de momento con una magnífica exposición en San José, también había la seguridad de morir, pero nada de seguro ni de vida ni de enfermedad. Han pasado 500 años y, así como seguimos admirando la destreza manual e intelectual del gran alemán, todavía tenemos también constancia de la solidaridad fraterna que lo llevó a la cima.

Relato conmovedor. Conmovedor, un relato según el cual, entre él y uno de sus 17 hermanos, hubo un pacto: ante la apremiante miseria de la familia, el que ganara una apuesta iría a estudiar arte en la cercana Nüremberg, mientras el otro trabajaría en una mina para costear este empeño. Dicho y hecho: a los cuatro años, Alberto llegó a casa y se celebró el final de sus estudios. Dentro del trato, ofreció entonces a su hermano cambiar de turno: a su vez, él le financiaría ahora los estudios. Pero, llorando, este comentó de su reumatismo y mostró sus manos destrozadas por el duro trabajo: apenas si podía seguir como minero, ¡pero ya le faltaba la destreza requerida para manejar el buril o el pincel del artista!

Lo anterior dio pie a la obra Manos orantes , una de las magníficas obras del artista. ¿Se trata de una leyenda piadosa? No importa: visualiza lo que puede la caridad bien entendida entre hermanos todos que somos, como cantan Schiller y el himno europeo. Cómo no, esa lealtad fraterna evocada recuerda también la armonía solidaria entre Vincent y Theo van Gogh, ahora enterrados juntos bajo una hiedra, símbolo de apego mutuo.

Aquí y ahora. Pero voy al aquí y al ahora: gloria y corona habrá sido la seguridad social incorporada legalmente en Costa Rica. Solo que a esa otra trepadora local ya le falta muy poco para secarse por completo. Nos indignamos por las kilométricas colas en Venezuela, pero, por sendos artículos, largos y profundos en este matutino, constatamos la existencia de inhumanas filas también por aquí, solo que invisibilizadas, en nuestra otrora digna y eficaz seguridad social. Dos muestras: con fecha 17 de enero, se comenta, entre otros, sobre una señora a la que, desde el 2012, se le diagnosticó un problema en una de las válvulas coronarias… Ahí sigue, haciendo antesala para el quirófano. Y, el 1 de febrero, nos enteramos, por ejemplo, de que 945 pacientes con hernia inguinal, umbilical o ventral están esperando turno…

Resulta triste constatarlo: entre los republicanos del viejo Calderón, liberacionistas descendientes del también viejo Figueres y los comunistas, hasta hace poco se peleaban reivindicando ser los progenitores de la hermosa niña llamada “seguridad social”. Pero de la niña, ahora agónica, nadie asume la paternidad. Nunca sobrará caridad cristiana, pero ¿tendremos que volver pronto al modelo de fraternidad de los hermanos Durero?