Costarricenses a cinco mil colones

Solón Núñez fue pionero a escala nacional en utilizar el términocapital humano

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El término capital humano empezó a popularizarse entre los economistas en la década de 1950 y alcanzó un primer auge en el decenio de 1960. En 1966, B. F. Kiker, docente de la Universidad de Carolina del Sur, sugirió que el primero en utilizar tal concepto fue sir William Petty (1620-1687).

Ciertamente Petty se refirió al valor monetario de las personas, pero no usó el término de capital humano. Tampoco lo hizo Adam Smith (1723-1790), aunque en la Riqueza de las naciones (1776) sí consideró el aprendizaje o la educación como parte del capital propio de los individuos.

Pareciera que el primero en emplear tal concepto fue William Tooke (1744–1820), un clérigo e historiador británico que en 1799 publicó un extenso estudio sobre el imperio ruso. En esa obra, al asociar la elevada mortalidad masculina con el excesivo consumo de licor, atribuyó a tal práctica las pérdidas que experimentaba Rusia en capital humano.

Inversiones. De acuerdo con Kiker, el epidemiólogo británico William Farr (1807-1883) fue el primero que, en 1853, propuso una metodología para calcular el valor de una persona. Sin embargo, aunque Farr señaló que la crianza, el mantenimiento y la educación de los hijos podían considerarse inversiones de capital, no utilizó el concepto de capital humano.

¿Por qué no lo hizo? Tal vez simplemente porque no lo conocía o quizá debido a que el término tenía una connotación más literaria que científica. Todavía en el decenio de 1820, se utilizaba de una manera no especializada, como se constata –entre otros– en un ensayo del poeta inglés Charles Lamb (1775–1834) y en un poema de lord Byron (1788-1824).

Además, como el mismo Kiker indicó, los economistas británicos, aunque reconocían la importancia de las habilidades, capacidades y conocimientos de los seres humanos en la producción de riqueza, tendieron a diferenciar a las personas del capital. Según el profesor Pedro Nuno Teixeira tal punto de vista evidenciaba un claro desinterés por el valor económico de la educación.

Perfectible. En contraste con lo que ocurría en Gran Bretaña, el economista y político italiano Adeodato Ressi (1768-1822), tan tempranamente como en 1818, utilizó el término de capital humano para referirse a su distribución entre las naciones y propuso una metodología para calcularlo.

La obra de Ressi es importante también porque demuestra que el concepto de capital humano se incorporó al pensamiento económico mucho antes del surgimiento del marxismo y el comunismo, por lo que el término no tuvo un origen anticomunista.

Auguste Comte (1798-1857), a su vez, usó el concepto en 1852 en alusión a las responsabilidades que tenían las clases adineradas –en especial los industriales– como “administradoras del capital humano”, lo que las convertía en “verdaderos funcionarios públicos”.

Henri Baudrillart (1821-1892), en un manual publicado en 1857 y posteriormente traducido a otros idiomas (incluido el español), criticó los enfoques que, al centrarse en el tamaño de la población, dejaban de lado su calidad –entendida en términos de capacidades, habilidades y conocimientos–, ya que las personas constituían un capital humano perfectible.

En 1859, el concepto ya circulaba en América Latina: en abril de ese año, el político e intelectual argentino Bartolomé Mitre (1821-1906) exhortó a los presentes en una exposición agrícola-rural efectuada en Buenos Aires, a “transmitir nuevos y riquísimos productos á (sic) nuestros hijos”, con el propósito de acrecentar “el capital humano”.

1897. Claudia Goldin, profesora de la Universidad de Harvard, señala que probablemente el primer uso formal del término capital humano en economía se remonta a 1897, cuando el estadounidense Irving Fischer (1867-1947) lo utilizó al citar un estudio de J. S. Nicholson (1850-1927) sobre el “capital vivo” del Reino Unido.

Efectivamente, en 1891, Nicholson publicó un artículo en el que insistió en que para calcular debidamente la riqueza nacional era indispensable considerar el valor del “capital vivo”, según las distintas ocupaciones de los habitantes; pero no utilizó el concepto de capital humano.

Fisher sí usó el concepto en 1897, pero de manera esporádica y entrecomillado, un indicador de que no estaba muy convencido de su uso. De hecho, al publicar en 1906 su influyente libro sobre la naturaleza del capital y el ingreso, no utilizó el concepto de capital humano, aunque algunos de los autores consultados por él sí lo habían hecho, como el francés León Walras (1834-1910).

Estado. Kiker, Goldin y otros economistas estadounidenses, al reconstruir los orígenes del término capital humano, dejaron de lado el uso que tuvo ese concepto fuera del ámbito de la economía y su utilización por intelectuales y académicos que publicaban en idiomas distintos del inglés.

También omitieron al economista y poeta irlandés John Kells Ingram (1823-1907). En setiembre de 1880, durante el decimotercer congreso sindical británico efectuado en Dublín, Ingram manifestó: “El uso de la riqueza, como de cualquier otra fuerza social, debe ser regulado y moralizado, una tarea que debería ser más fácil que la de controlar la ruda preponderancia de la fuerza militar, que es su predecesora histórica”.

Según Ingram, los ricos debían “elevarse por encima del punto de vista puramente privado, y contemplarse a sí mismos como responsables de una verdadera función pública: a saber, la de administradores de capital humano. No pueden reclamar ser los creadores de este capital; la mayor parte de él es fruto de los trabajos, las economías, los descubrimientos, las invenciones y las instituciones de muchas generaciones”.

Aunque Ingram no lo explicitó, su enfoque –que profundizaba la perspectiva de Comte– dejó abierta la posibilidad para que, si los capitalistas no lo hacían, el Estado, a partir de políticas específicas, asumiera la administración del capital humano, que debía ser considerado como un bien público.

Marginal. Durante el siglo XIX e inicios del XX, el término de capital humano estuvo asociado con dos tendencias, una que priorizaba el cálculo del valor económico de los individuos y otra que consideraba la administración de ese capital como un asunto de interés público.

Poco a poco, ambas corrientes confluyeron, como resultado de las preocupaciones por la destrucción de capital humano generada por las dos guerras mundiales (1914-1918 y 1939-1945), por la mejora de la higiene y la salud, por el impacto de las migraciones y por los efectos del envejecimiento de la población (particularmente en Europa).

Sin articularse decisivamente con las tempranas políticas sociales de los Estados en el mundo occidental –sobre todo en el campo de la educación– ni con las teorías eugenésicas, el concepto de capital humano permaneció como una categoría marginal.

Costa Rica. El término empezó a ser utilizado en América Central en las décadas de 1920 y 1930, relacionado con asuntos de salud pública. Su primer uso documentado en Costa Rica fue en 1924, cuando el médico y subsecretario de Higiene, Solón Núñez –formado en Europa–, lamentó que en el país se viera “con indiferencia el capital humano”.

Para Núñez, “cada hombre representa un valor social y económico”, el cual fluctuaba “de acuerdo con su preparación”. A partir de este supuesto, calculó el valor promedio per cápita de cada costarricense adulto en cinco mil colones (unos diez millones de colones actuales), y estimó que al año se perdían mil vidas por enfermedades evitables, equivalentes a cinco millones de colones.

Núñez, al proceder así, fue pionero a escala nacional en utilizar el término capital humano para –desde una lógica de mercado– justificar un mayor compromiso del Estado con el financiamiento de políticas sociales, en este caso en el campo de la salud.

Al finalizar el decenio de 1940, en el contexto de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, empezaron a darse las condiciones para que el concepto de capital humano se convirtiera en algo más: una nueva e influyente teoría económica.

El autor es historiador.