Costa Rica debe seguir liderando

Una innovación costarricense sirve de referencia para los planes de una economía grande, innovadora y moderna como la de California

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El estado de California es la cuarta economía más grande del mundo, y en octubre superó a Alemania. Es uno de los grandes motores económicos del planeta y especialmente fuerte en materia de innovación.

Debemos sentirnos orgullosos, como costarricenses, porque en un artículo en Los Angeles Times, sobre cómo fortalecer los planes de descarbonización que impulsa California, se pone como referencia principal el Plan Nacional de Descarbonización de Costa Rica y sus estudios asociados.

El artículo, de una experta de la RAND Corporation, dice: “Al igual que el de California, el plan de Costa Rica fue ambicioso, tocó cada parte de su economía y enfrentó el escepticismo… El ambicioso análisis mostró que Costa Rica cumpliría, o casi cumpliría, su meta en más de las tres cuartas partes de los futuros que modelaron”. Fueron 3.003 escenarios futuros examinados.

“El análisis también reveló que una falla clave fue si la demanda de transporte basado en combustibles fósiles no se controla. Esa idea ayudó a Costa Rica a impulsar sus esfuerzos en torno a la modernización del transporte urbano. Los investigadores calcularon además que la descarbonización de aquí al 2050 requeriría inversiones iniciales de alrededor de $37.000 millones, pero también proporcionaría $78.000 millones en ahorros y beneficios: un retorno del 110 %, incluido un mayor rendimiento de los cultivos y menos congestión del tráfico y accidentes en las calles de su capital”, agrega Nidhi Kalra, autora del artículo.

Es necesario señalar el extraordinario hecho de que una innovación de nuestro país sirva de referencia para los planes de una economía tan grande, innovadora y moderna como la de California. Demuestra que Costa Rica es capaz de tener liderazgo y ser pionera en el mundo.

De similar manera, en la reciente COP15 en Canadá, se incluyeron en el nuevo Marco Mundial para la Biodiversidad las ambiciosas metas 30x30 (proteger el 30 % del territorio y del océano antes de llegar al 2030), que Costa Rica propuso tres años antes junto con Francia y el Reino Unido, cuando fue lanzada la Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y las Personas. Entonces, muchas voces dijeron que era “imposible”, pero apenas tres años después fue posible un acuerdo mundial en esa línea.

El reconocimiento al liderazgo de Costa Rica lo he encontrado en los foros multilaterales, diplomáticos y académicos más relevantes. Por ejemplo, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) utiliza el Plan de Descarbonización como referente para el resto de Latinoamérica y el Caribe.

La agenda de descarbonización va mucho más allá de la agenda ambiental. La humanidad vive una revolución industrial hacia la sostenibilidad. Las economías, la geopolítica actual y futura y el bienestar de las sociedades giran en torno a esa transformación.

Un nuevo mundo está en ciernes, y lo saben la Unión Europea, Estados Unidos, China y la India, entre otros de los grandes. Por ello, aceleran sus transformaciones hacia la sostenibilidad y la descarbonización.

En el mundial de la descarbonización somos potencia porque, aun con muchos defectos, demostramos liderazgo. Al igual que California, nuestro plan de descarbonización enfrentó mucho escepticismo, pero los frutos para el bienestar colectivo afloran cada vez más.

Gracias a los logros nacionales y al plan de descarbonización, como declaró el ministro de Hacienda, Nogui Acosta, Costa Rica es el primer país en tener acceso al nuevo Fondo de Sostenibilidad y Resiliencia del Fondo Monetario Internacional, un reconocimiento al liderazgo ambiental que se traduce en beneficios para el país.

Un ejemplo similar ocurrió hace poco, luego de que la Unión Europea aprobara prohibiciones para la importación de productos ligados a la deforestación. El sector agroexportador costarricense rápidamente puntualizó que eso nos da ventaja porque nuestras políticas de sostenibilidad y conservación nos ponen como líderes en esos mercados.

Este liderazgo también se traduce en poder blando para el país en la esfera diplomática, así como en beneficios reputacionales, de los cuales nuestro sector turístico y de inversión extranjera se benefician. Por ejemplo, en el 2021, Bayer destacó la política de sostenibilidad como factor clave para invertir $200 millones en una nueva planta de producción en el país.

Liderar la descarbonización es lo éticamente correcto con las nuevas generaciones y también lo estratégicamente correcto para dar al país una posición ventajosa con beneficios concretos para la gente. Por ello, Costa Rica no debe renunciar a liderar. Es una carrera dinámica, no estática, en la que rápidamente muchos se adaptan y pueden superarnos.

Esta agenda no es ni debe ser de un partido político, un solo sector o de unos pocos. Es una agenda y conquista nacionales. Es estratégico que impregne las diferentes agendas sectoriales. No debemos retroceder en agricultura, en oponernos a la exploración y explotación petrolera, en desarrollar hidrógeno verde, en proteger la biodiversidad o materializar un transporte público eficiente y electrificado.

Somos uno de los países con la mayor ventaja competitiva en transporte público limpio y sostenible, pues contamos con una matriz eléctrica limpia y, a diferencia de la mayoría, una infraestructura de recarga que cubre el país. Otros, como Chile, trabajan de manera acelerada para electrificar su transporte público y en iniciativas de hidrógeno verde que prometen ser sostenibles y sumamente rentables.

Nuestra tradición y un futuro mejor para el pueblo, uno con mayor bienestar distribuido, llaman a Costa Rica a seguir liderando la revolución industrial verde.

El autor es expresidente de Costa Rica.