Comprensión en la familia

La regla de oro de las relaciones humanas es decir y hacer las cosas con cariño

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Todos preferimos ser comprendidos y no juzgados. Ciertamente, la comprensión es la virtud humana preferida del costarricense. Le siguen la afabilidad, la humildad y la sencillez.

La regla de oro de las relaciones humanas es decir y hacer las cosas con cariño. Esta regla se vuelve cada vez más necesaria. Cuando se vive a diario no rechazamos a nadie, ni hacemos acepción de personas.

En cambio, la crítica negativa, tan común en nuestro medio, no es una virtud, un hábito bueno, sino un vicio. La crítica negativa pide siempre una solución, su complemento directo.

La comprensión, la define así el autor británico David Isaacs: “Reconoce los distintos factores que influyen en los sentimientos o en el comportamiento de una persona, y profundiza en el significado de cada factor y en su interrelación –ayudando a los demás a hacer lo mismo– y adecúa a su actuación a esa realidad” ( Educación de las virtudes humanas, p.427).

En las relaciones humanas, la persona comprendida se sentirá mejor. Por ejemplo, en el trato con los hijos, si se tiene presente que la familia es el primer centro educativo, el niño se sentirá mejor si es comprendido.

Es en la familia donde se aprende el amor a Dios y al prójimo, donde se aprende a hablar, a comer y a caminar, donde se enseña la ilusión de luchar para vivir, la afabilidad y la humildad, el servicio, la tolerancia, el respeto a la libertad personal, el valor de la convivencia…

Esta enseñanza parte del hogar y se complementa en la escuela y el colegio.

La Dra. en Filosofía y en Educación María Adela Tamés García, en su ensayo Educación y valores, escrito frente al impacto de la realidad actual, dice: “Todos, hombres y mujeres de hogar, de la escuela, del trabajo, de la industria, del campo, de la política, de la economía, de la Iglesia, comprendemos que hemos llegado a una situación extrema desde la que solo deseamos recuperar aquel ambiente en que verdaderamente merece la pena vivir, un ambiente de respeto a la dignidad de la persona humana, respeto a la verdad, respeto a la vida, respeto a la naturaleza, respeto a las leyes, respeto a la autoridad legítima, respeto a la libertad”.

Tejido social nuevo. Vale la pena cultivar la virtud de la comprensión y todas aquellas, naturales y sobrenaturales, capaces de hacernos más humanos y felices, no piedras de río: pasan las aguas y permanecen secas por dentro.

Como puede apreciarse, Costa Rica necesita un tejido familiar y social nuevo, para crear una generación menos proclive a la drogadicción, los asaltos y los accidentes en carretera; una generación más consciente de sus deberes, más activa, fraterna y racional y que no asuma la riqueza como el fin superior de la vida.

Estamos cansados de tantas leyes y más de 300 instituciones públicas, algunas deficientes para atender demandas y ruegos de los pueblos. Los viejos, cansados de tanto tropiezo, no van a cambiar nada. La esperanza son las nuevas generaciones.

La llamada sociedad civil debe empeñarse en el desarrollo de nuevos grupos humanos mejor preparados y con mayor categoría humana y profesional. Familias, escuelas y colegios se convierten en los principales actores.

Vale la pena cultivar la virtud de la comprensión y todas aquellas susceptibles de convertirnos en personas más humanas, alegres y responsables. Volvamos a la comprensión en la familia.

Enrique Vargas Soto es abogado.