Compra, venta y herencia de curules

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Al mejor estilo de cualquier mercado de bienes y servicios, incluyendo el de “las pulgas”, nuestro ya desprestigiado Congreso se ha convertido en una verdadera compra y venta de curules. Existe en este mercado de Cuesta de Moras una extraña combinación de las más diversas formas de gobernar: están los neoliberales que le ponen precio a las curules de acuerdo con la probabilidad de obtenerla. Entre más alta la posibilidad de ocupar la curul, la inversión debe ser más alta. Por otra parte, detectamos también algo de casino o de casa de apuestas, porque de alguna forma se depende de la suerte al apostarle poco dinero a un premio grande y acertarlo, pero también existe un importante componente bursátil o de mercado financiero, donde se “invierte” y se espera obtener una adecuada rentabilidad. Todo depende del punto de vista de quienes ponen su dinero para obtener la deseada curul.

Pero no se preocupe, si usted no obtiene el premio grande, existen también premios de consolidación, por ejemplo, usted mismo o un familiar puede ser nombrado en alguno de los múltiples puestos de “asesor”, también ofrecidos en este mercado.

El “inversionista” que si obtuvo réditos, o sea, el nuevo diputado o diputada, tampoco está muy seguro de lo que llega a hacer en ese lugar. Sólo sabe que deberá cambiar de “look” y vestuario porque empezará a salir en TV, que debe estar en desacuerdo con todo lo que el gobierno de turno pretenda e, incluso, que deberá ponerse en forma para subirse a los árboles, monumentos, patrullas, tarimas y hasta sobre la dignidad de las personas para sobresalir y alcanzar importantes niveles de “rating” y que en el futuro el pueblo se acuerde de él.

Para finalizar (el artículo, porque el mercado apenas se inicia), apareció también un nuevo régimen al mejor estilo de la realeza europea, donde se pretende heredar (y no lo entrecomillo porque no es un decir, sino una realidad) las curules a los hijos e hijas, o sea, nos estamos convirtiendo en una “democracia light o cero”, cero participación ciudadana en la elección de los mal llamados “padres de la patria”. ¿O será que la familia está creciendo? Porque ahora habría hijos, primos y sobrinos de la patria. Esta práctica ya existe en el Poder Ejecutivo, con la diferencia de que la designación no es necesariamente voluntad del pueblo sino del todo poderoso señor presidente, y aunque a simple vista sólo observemos algunos hermanos, primos y esposos en puestos del Ejecutivo, es cuestión de escarbar un poquito más profundo para encontrarnos algunas desagradables sorpresas.

¿Será por este vacilón o circo romano que otros nos consideran el país más feliz del mundo? En este momento es importante reflexionar en serio y pensar si somos nosotros, el pueblo, los que vacilamos y nos reímos de esta situación o si será más bien al revés. ¿Es la clase política la que nos vacila y se ríe de nosotros?

Hernán A. Rojas Angulo Profesor universitario, Director de RH de la Defensoría de los Habitantes