¿Cómo reactivar la economía?

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Primero: no contraer. En este punto, por la situación de la economía y las finanzas públicas, es necesario evitar presiones recesivas y ver cómo reactivar la economía. Lamentablemente, el despliegue de las consecuencias de esta situación fiscal no es muy lejano, como el 2017 o el 2018, como han mencionado algunos economistas y hasta el propio presidente. Ya casi no hay tiempo.

Aun el anuncio de medidas muy severas de reducción del gasto y la situación en la Asamblea Legislativa, en cuanto a avances en materia fiscal, no convencen, no alejan el riesgo. Las verdaderas buenas noticias dependen de pasos convincentes de que el país resolverá al tema fiscal con ingresos frescos.

El gobierno pareciera no entender que lo que se le pide no son medidas indiscriminadas y extremas, sino que atienda con medidas prontas los disparadores del gasto en el futuro y que genere las garantías para que la situación de déficit no se repita, una vez aprobada una ampliación de ingresos.

A esas no buenas noticias se agrega otra: el anuncio de una directriz del gobierno sobre medidas de contención del gasto, que pueden ser dramáticas y que su realización anticipan un estrés económico recesivo de importancia.

Ojalá no utilicen como premisa la del gasto excesivo en educación del reciente documento de la OCDE, que nos compara con Finlandia. Efectivamente, Costa Rica invierte en educación un porcentaje del PIB muy parecido al de Finlandia, si incluimos su gasto militar (1,3%).

Comparto que debemos mejorar en mucho nuestra calidad y que eso pasa por la evaluación desagregada del desempeño. Lo inadecuado de la apreciación surge pues el PIB de Finlandia es más de $35.000, comparables por persona, y el de Costa Rica poco menos de $13.000. Finlandia gasta o invierte en educación casi tres veces más por persona que Costa Rica.

La directriz puede adoptar medidas de contención del gasto público inmediatas y drásticas. Pero así no resuelve el problema de un flujo de caja que demanda localizar cuantiosos recursos cada mes, que deben ser atraídos y colocados en títulos del Gobierno.

Es comprensible, porque, depender de manera casi mayoritaria (46% del presupuesto nacional del 2016) del endeudamiento para financiar los gastos corrientes, genera una gran presión para obtener en tiempo esos recursos.

La tentación de reducir de manera insostenible y traumática el gasto es muy grande para el administrador.

Esto añadiría presión a la situación actual en la que crece más rápido el empleo informal que el formal y tenemos un nivel de alto subempleo, que debe agregarse a la cifra general de desempleo, ya de por sí alarmante.

El autor es economista.