¿Cómo lograr un mayor crecimiento económico?

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La Academia de Centroamérica organizó un foro sobre crecimiento económico y empleo en Costa Rica, el cual se llevó a cabo el 11 de mayo. La discusión fue de gran relevancia porque puso sobre la mesa muchos retos que ya conocemos, pero también otros sobre los que se ha reflexionado menos.

Ricardo Hausmann, expositor principal en el foro y profesor de la Universidad de Harvard, desgranó, en forma simple, pero poderosa, conceptos y datos importantes sobre las fuerzas subyacentes al crecimiento y nos presentó una valoración sobre Costa Rica en este terreno, lo cual procedo a resumir.

Primero: la diversificación de la producción y la complejidad de lo que se produce en un país son mejores variables explicativas y predictivas del crecimiento económico, que variables convencionales de competitividad como los años de escolaridad, calidad de las instituciones, desarrollo del sistema financiero y otros.

En otras palabras, el mensaje es “dime cuántas cosas produces y qué tan complicadas son, y te diré cuán productivo eres y cuánto puedes crecer”. Si se producen muchas cosas y, además, se producen cosas complicadas, significa que el país ha acumulado mucho conocimiento colectivo (el país sabe hacer cosas en equipo) y que tiene capacidad para conectar a las personas y acumular más conocimiento colectivo.

A manera de símil, una orquesta toca gran variedad de piezas musicales y, además piezas difíciles, si logra constantemente mantener o mejorar la variedad y calidad de los músicos, el director, los instructores y los instrumentos, y sostener ensayos permanentes y productivos. La capacidad de acumular conocimiento, asimismo, puede aumentar si se facilita la inmigración de talentos y de emprendedores que dan aportes nuevos al país.

Segundo: al aplicar estos conceptos a indicadores desarrollados por su equipo de Harvard en el caso de Costa Rica, el profesor Ricardo Hausmann retrata un país que durante los últimos sesenta años se ha diversificado y produce algunas cosas complejas. Sin embargo, también retrata a un país cuyo ritmo para moverse y descubrir nuevos productos no es suficiente para sostener un mayor crecimiento.

El modelo de apertura y de atracción de inversión extranjera ha sido exitoso y ha contribuido al proceso de desarrollo del país, pero queda un camino largo para aumentar la productividad de la economía.

Hacen falta más políticas de transformación productiva, es decir, políticas que faciliten la difusión y conexión del conocimiento entre las personas. Ricardo Hausmann plantea algunas interrogantes para pensar en esto: ¿Falta incorporar zonas y personas a las actividades modernas? ¿Hay brechas en el desarrollo regional? ¿Representa la infraestructura una imposibilidad de acceso al mercado laboral moderno? ¿Aprovecha el país las posibilidades de atraer capacidades y emprendimientos del resto del mundo?

Papel del Gobierno. Finalmente, nos recuerda que una parte de las capacidades colectivas solo puede ser provista por el Gobierno, y si este no lo hace o lo hace mal, no se logra el nivel de productividad requerido por las empresas. Posiblemente, el Gobierno requiere mucha información e información específica para identificar esas necesidades y los mejores instrumentos para enfrentarlas y, por ello, la colaboración público-privada es indispensable como mecanismo permanente para el intercambio de datos.

Algunas de las contribuciones relevantes a la discusión de este último punto las ofrecen un libro recientemente publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo, ¿Cómo repensar el desarrollo productivo?, y otro publicado por la Organización Internacional del Trabajo, Transformando economías: haciendo que la política industrial funcione para el crecimiento el empleo y el desarrollo.

La idea fundamental detrás de las llamadas políticas de desarrollo productivo (algunos continúan llamándolas políticas industriales) es que se requiere una colaboración público-privada permanente para identificar las necesidades de insumos o políticas públicas para aumentar la productividad del sector privado. Se requiere un proceso para generar información a muchos sectores no solo de las necesidades generales o comunes sino, también, de aquellas específicas a sectores productivos.

Por ello, se habla de que las políticas de desarrollo productivo pueden ser horizontales (cuyo alcance es transversal) como la infraestructura, por ejemplo, o verticales (de alcance sectorial) como la formación de técnicos especializados en manejo de determinado equipo o el desarrollo de una variedad de cultivo de mayor producción.

Institucionalidad sólida. Independientemente de la forma institucional que adopte ese diálogo público-privado (agencia estatal, comisión de competitividad, grupos de trabajo sectoriales, otros), se insiste en la importancia de contar con una institucionalidad sólida para evitar políticas que sean el resultado de la captura de intereses particulares. El objetivo de las políticas de desarrollo productivo debe ser el aumento de la productividad.

Algunas reflexiones del tema surgieron para el caso de Costa Rica: primero, todavía hay mucho espacio para mejorar políticas horizontales en infraestructura, educación de calidad, simplificación de trámites y mejoramiento institucional. En este ámbito general, pareciera que el Gobierno no requiere más información, sino más acción.

Segundo, también hay amplio espacio para políticas sectoriales inteligentes. El Gobierno puede trabajar en resolver problemas específicos de sectores dinámicos y sectores con ventaja comparativa revelada.

Cinde lo ha hecho bien durante muchos años con los clusters de empresas extranjeras y deberá seguir en esa ruta. Su experiencia, además, puede ser muy valiosa para construir esfuerzos similares en otros sectores de la economía.

Tercero, el sector servicios requiere una atención especial, pues se ha hecho cada vez más importante; en él, no solo hay servicios modernos de exportación y alta productividad, sino muchos orientados al mercado interno y de baja productividad. Ambos subsectores tienen problemas y desafíos específicos que resolver.

Cuarto, se le ha dado mucha relevancia a la micro, pequeña y mediana empresa (mipymes) como grupo que requiere políticas de apoyo. La interrogante es si el país debe concentrarse en las mipymes per se o, más bien, identificar políticas e instrumentos para apoyar a las mipymes productivas, pero estancadas, y a empresas nuevas, fructífras y con capacidad de crecer.

La forma es crucial. Finalmente, uno de los aspectos más relevantes es preguntarnos sobre la forma institucional que podría adoptar esta colaboración pública-privada. Conviene reflexionar, entre otras cosas, en si la Comisión Presidencial de Competitividad e Innovación es el instrumento idóneo o si hay rutas alternativas o complementarias.

Países del sudeste Asiático (Corea del Sur, Taiwán y Singapur, por ejemplo) así como Chile ofrecen puntos de referencia valiosos para aprender y adaptar a nuestras capacidades.

La autora es presidenta de la Academia de Centroamérica.