Colonización lingüística

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“Yo te pedeformateo, vos forguardeás el texto en guord, me mandás riplai, luego escaipeamos, le damos print al doquiument, nos chateamos, le das sendforguard al escán, y me imeileás cuando hayás recibido todo. Yo estaré seguro zapeando un rato para relax, pero podés tuitearme y feisbuquearme a cualquier hora”.

¿Les gusta nuestro nuevo “español”, amigos, amigas? ¿Eufónico, evocativo, armonioso? Pocas nociones tan execradas, hoy en día, como las de colonialismo o imperialismo. No nos damos cuenta de que la ocupación militar no es ya necesaria para estas gestiones expansionistas contra las que tan reactiva actitud hemos asumido. Porque la más eficaz forma de sojuzgar a los pueblos, hoy en día, es a través de la colonización de su lenguaje.

“La corrupción de las naciones comienza con la corrupción de su idioma”, decía Confucio. El lenguaje es un bien patrimonial: era nuestro deber protegerlo, custodiarlo, atesorarlo.

En lugar de eso, nos hemos dejado violar. Violados, sí: eso es lo que hemos sido. Y tal parece que nos gusta: lo consideramos cool ; una egregia manifestación de la “hipermodernidad”. Pues disfrutémosla, entonces.

¿Identidad nacional? Que no hable de ella quien ni siquiera supo defender su lengua materna.