Cerrar la brecha de las mujeres en STEM es impostergable

El país requiere una estrategia que garantice la promoción de vocaciones hacia la ciencia y las tecnologías desde la primaria

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Las universidades están promoviendo con mayor fuerza la formación de profesionales en carreras interdisciplinarias, relacionadas con las ciencias, la tecnología, las ingenierías y las matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), y propiciando la atracción de estudiantes de poblaciones vulnerables o con poca representación en estas disciplinas.

Sin embargo, existe una baja participación de mujeres en estas carreras, pese a que su matrícula en la educación universitaria viene en aumento.

La inequidad de género, que esta situación origina, desencadena impactos significativos en materia de desigualdad social para las mujeres, que se evidencian en la diferencia resultante en los retornos económicos en el mercado laboral, así como en los sesgos que se generan en la producción en ciencia y tecnología.

Considero relevante presentar el caso de la Universidad Nacional (UNA), por las particularidades que muestra en términos de participación de mujeres en disciplinas STEM y por la necesidad para el país de tomar medidas que promuevan sus oportunidades profesionales.

La UNA ofertó este año 15 carreras STEM en todos sus campus, que representan el 24,53 % de la oferta académica de grado. Del total de los estudiantes de primer ingreso, un 30,1 % se matriculó en carreras STEM; de estos, el 65,5 % fueron hombres y el 34,5 %, mujeres.

Una revisión más detallada de los datos evidencia otros aspectos del fenómeno. Por ejemplo, el comportamiento no es uniforme en las distintas carreras, si se contrastan los datos de matrícula de mujeres en Química Industrial (un 55,9 %), Biología (un 59,4 %), Ingeniería en Bioprocesos Industriales (un 60,5 %), Ingeniería en Gestión Ambiental (un 62 %), Ingeniería en Calidad e Innovación Agroalimentaria (un 63,3 %) y Medicina Veterinaria (un 71,6 %) —donde existe una marcada prevalencia de matrícula de mujeres— contra Ingeniería en Sistemas de Información (un 20,7 %), Ingeniería en Topografía y Catastro (un 32,9 %) e Ingeniería en Agronomía (un 39 %).

La tendencia observada en matrícula de carreras STEM se corresponde con la graduación. En el período 2007-2022, predominaron las titulaciones de mujeres en carreras como Ingeniería en Gestión Ambiental (un 68,7 %), Biología (un 65,1 %), Ingeniería en Bioprocesos Industriales (un 63,8 %), Medicina Veterinaria (un 60,5 %) y Química Industrial (un 52,3 %). El porcentaje de graduación solo fue menor en Ingeniería en Sistemas de Información (un 22,9 %) e Ingeniería en Agronomía (un 37,5 %).

Otro dato que también llama la atención es el rendimiento académico, donde se muestra que una vez que las mujeres entran en la ruta de las STEM, el resultado positivo es muy seguro. Por ejemplo, el promedio ponderado de las mujeres (2007-2022) resulta superior al de los hombres: Química Industrial (M=7,25, H=6,99), Veterinaria (M=8,01, H=7,87), Biología (M=7,54, H=7,15) e Ingeniería en Sistemas de Información (M=7,14, H=6,75).

En la UNA, que cuenta con un modelo único de admisión, denominado Estratificación y Tipificación, se alcanzó la equidad en dimensiones como la sociodemográfica y socioeconómica, pero nos faltan ajustes en la de género, que incluye la promoción de oportunidades en todas las disciplinas STEM.

El país requiere una estrategia que garantice la promoción de vocaciones hacia la ciencia y las tecnologías desde la primaria y la secundaria. A la vez, es necesario invertir recursos para desarrollar habilidades y competencias fundamentales en estas carreras.

En las universidades, son necesarias más acciones afirmativas que garanticen el mayor ingreso de mujeres a las carreras STEM cuando presentan problemas de inequidad.

También, son necesarias estrategias que permitan a la población graduada en las áreas STEM continuar trabajando en los mismos nichos de su profesión, y que afronten de forma favorable los desafíos culturales de la división sexual del trabajo.

El autor es vicerrector de Investigación de la UNA.