Ceder no es claudicar

Es evidente la necesidad de llegar a acuerdos nacionales para hacer progresar a Costa Rica

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En el reciente Foro de Confianza, organizado por el Consejo Privado de la Competitividad, se hizo evidente la necesidad de llegar a acuerdos nacionales para hacer progresar a Costa Rica.

Esta visión la compartimos unánimemente todos los sectores que participamos en el foro y, para lograrlo, será imperioso abandonar nuestras trincheras y abrirnos a nuevas propuestas para alcanzar metas comunes y de interés para todos.

Sin embargo; tan importante es alcanzar acuerdos, como tener un sentido de dirección compartida que permita definir una agenda de desarrollo y crecimiento económico y social. No contar con esa dirección nos haría navegar sin rumbo en detrimento del país.

Desde la perspectiva de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde), un acuerdo nacional para mejorar la competitividad del país, nos permitiría atraer más inversión extranjera, inversión que fomenta las exportaciones, potencia los encadenamientos productivos y, sobre todo, genera más empleo de calidad para los costarricenses de muy diversos grupos de la sociedad.

Nuestra historia como país muestra que es posible ponernos de acuerdo y caminar juntos. Si Costa Rica fue capaz de salir de su mayor crisis económica en la década de los ochenta, y pasar de un ingreso per cápita de $1.096 en 1982 a $10.936 en el 2015, nada impide, excepto nuestras propias limitaciones, triplicar ese rubro en 15 o 20 años y soñar con un ingreso per cápita de país desarrollado, de $30.000.

Así lo hizo Irlanda, una nación con la misma población que Costa Rica, que pasó de tener un PIB per cápita de $4.000 en 1980 a más de $46.000 el año pasado. Ese despegue en el bienestar de su población está basado, principalmente, en el éxito de la estrategia de atracción de inversión extranjera de alta tecnología y el alineamiento de la academia en esa dirección.

Sentido de dirección. No es una utopía. Es una meta que requiere trabajo, que demanda la definición de un claro sentido de dirección y, sobre todo, que obliga a soltar las amarras que detienen nuestro desarrollo.

En nuestra perspectiva, el sentido de dirección no es otro que transformar a Costa Rica de una economía de eficiencia a una basada en el conocimiento de nuestra gente. Además, se trata de propiciar un ambiente que permita que las empresas vengan al país no solo a prestar servicios y manufacturar productos para exportar, sino también a llevar a cabo procesos de investigación, desarrollo e innovación.

Estas actividades son un eslabón clave para que Costa Rica avance hacia mayores etapas de desarrollo.

Es indispensable que Costa Rica cuente con una estrategia que permita atraer esas inversiones de alta sofisticación y dar ese salto cuantitativo y cualitativo.

El pilar de esa estrategia está igualmente claro, es el desarrollo del talento costarricense. Y si bien puede afirmarse que esa ha sido la estrategia de Costa Rica a lo largo de su historia, es desafortunadamente tangible que hoy existe una disonancia entre el recurso humano que se forma en nuestras aulas y aquel que requiere el mercado, especialmente en actividades relacionadas con la ciencia y la tecnología.

Integración. A este desengrane entre la oferta y la demanda de personal, se suman las brechas entre la economía de exportación y la economía doméstica. La primera es un motor que trabaja a toda máquina, mientras la segunda requiere fortalecimiento.

Lograr una mayor integración de ambas y dotar a los costarricenses de las herramientas necesarias para la empleabilidad son esfuerzos que deben ir de la mano también.

El diálogo abierto en el Foro de la Confianza nos llenó de optimismo. Un optimismo basado en la apertura de los diferentes sectores de trabajar en conjunto por el país y de establecer alianzas público-privadas que aceleren los procesos estancados.

Nos corresponde pasar de las palabras a los hechos y poner en marcha acciones específicas que no se vean bloqueadas con prejuicios ideológicos o suspicacias eternas.

Nos corresponde tener la madurez suficiente para entender que ceder en alguna medida en beneficio de Costa Rica no significará, de ninguna manera, claudicar en nuestras creencias.

El autor es presidente de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde).