Carta abierta a Jacques Sagot

Es de cultos labrar la tolerancia y el respeto

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Leí “Cuadritos”, texto que publicó en la revista Proa del domingo 16 de octubre, y me sembró varias preocupaciones que me llevan a enviarle estas letras frescas a un Tinta Fresca. Sí, claro; lo pude hacer en un correo privado porque nos conocemos hace años; sin embargo, hay varios temas que me parece sano ventilar públicamente.

En dicha diatriba, usted parece sentarse en un trono del Olimpo y desde allí querer culturizarnos al resto, suerte de pobres mortales, acerca de qué es cultura, qué debemos ver, qué es pachuco, qué es bazofia; incluso, se mofa de “los locos” –“alienados”– que asistieron al concierto de aquel al cual bautizó “chico cuadritos”. No pretendo defender a Ricky Martin, nombre de ese cantante, sino que rechazo con vehemencia esa actitud de Dios sabelotodo y que debe limpiar a “una Costa Rica encanallada, enchusmada, plebeyizada”. El gran problema de su artículo no es el fondo que discute, sino que no pretende enseñar ni aclarar, sino solo atacar y enjuiciar con escasos argumentos –siete de las 97 líneas que le dedicó al tema–. Un hombre culto usa su bagaje para demostrar una hipótesis, no la impone porque sí o porque él se atrevió a decirla; sus argumentos hacen que su voz se multiplique y la verdad le dé la razón.

En tal artículo acerca de un concierto que ocurrió varios kilómetros al noreste de donde usted lo ubicó, usted reflexiona acerca de una presentación que no vio y menos escuchó. Tal actitud me parece deleznable en cualquier crítico: hablar de un objeto de estudio sin siquiera dignarse a conocerlo. ¿Le parecería justo que a usted se le enjuicie por una de sus ejecuciones al piano sin escucharlo o se le tachara de mediocre escritor sin leerlo? La respuesta es obvia: no, no es justo porque no le aporta mucho a usted ni al resto.

En el texto en cuestión, usted toca un tema de suma importancia: la pululación de la cultura del pachuco y de la vulgarización en el país; sin duda, existen muchas pachucadas y vulgaridades que deben ser denunciadas y desnudadas ante el ojo público para promover su extinción.

Sin embargo, usted tiró por la borda esta oportunidad. Sí, la botó, la malgastó. ¿Por qué? No generó concientización, sino que provocó una polarización entre sus lectores al golpearlos con la violencia de las palabras.

Claro, hubo polémica: sé de los ataques furibundos que generó –cuando menos lo calificaron como amargado– y leí también manifestaciones de apoyo. Hablan de usted, lo atacan a usted, lo defienden a usted, pero pocos reflexionan sobre el tema que señaló.

En la nota tratada, usted olvidó cultivar la tolerancia y el respeto, esenciales para todo hombre culto. No, no es que admire y acepte todo; la persona culta es amplia y abierta de pensamiento para absorber mucho de la realidad y convertirlo en conocimientos y enseñanzas.

Lo acepto: esperaba más de una persona con su cultura y conocimientos; como me dijo alguien en mi blog , el problema de las expectativas es que cuanto más altas, más fuerte es la caída.