Carreteras

Los casos en los cuales lo barato ha salido caro, se cuentan por docenas

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Los costarricenses vivimos soportando todos los días los inconvenientes derivados de la pobre infraestructura vial con que cuenta el país. Calles estrechas y en mal estado, puentes angostos e igualmente en mal estado y para rematar desgracias naturales.

Pero además de todo lo anterior, falta presupuesto, prevalece la falta de coordinación de las instituciones y no aparecen responsables. Es el momento de dar prioridad para concluir lo iniciado, antes de anunciar nuevas iniciativas que se ven muy bien en el papel, pero para las cuales va a ser difícil encontrar recursos de manera inmediata.

La causa de lo ocurrido venía siendo identificada por los expertos desde hace tiempo. En primer lugar, esta no es otra que la falta de diseños detallados para las rutas que se deben construir y ampliar, con lo cual los atrasos y los sobrecostos son la norma y no la excepción.

Dentro de los muchos temas en la lista de pendientes está el fortalecimiento de la capacidad técnica del CONAVI o quien corresponda, al igual que un ajuste de cuentas a las firmas de supervisión que tienen que certificar el buen estado de las obras ejecutadas. Asimismo, debe haber una elevación de los requisitos para evitar que compañías débiles patrimonialmente y sin capacidad financiera contraten con el Estado.

Eso, sumado a una supervisión periódica de las empresas constructoras por parte del Gobierno, habría evitado costosos errores que hoy se cuentan en los cientos de miles de millones de colones.

Pero eso es solo el comienzo. A lo anterior hay que agregar un rediseño de los pliegos de licitación, para que ojalá en el país –incluyendo a los municipios– se adopte un mismo modelo que evite la adjudicación de contratos hechos a la medida de un solo proponente.

También es sana la decisión de no entregarle la construcción de una carretera a quien proponga la cifra más baja, a sabiendas de que el valor inicial acaba siendo tan solo una referencia, pues la verdadera utilidad se halla en los reajustes.

Los casos en los cuales lo barato ha salido caro, se cuentan por docenas. Y, aunque el tema se encuentra implícito en los puntos señalados, no está de más recordar que hay que combatir sin descanso la corrupción, que puede prestarse a un festín de los proyectos viales. Es tiempo de pensar y actuar honestamente. Con mano firme.