Caravanas de migrantes

La migración masiva es causada por los sistemas de gobernanza y otros factores regionales según el escritor Martín Caparrós

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

“Ñamérica”, escrita con eñe para abarcar todo el subcontinente, es un libro de Martín Caparrós, avezado periodista argentino que ha recorrido durante años nuestro continente y comparte su experiencia en múltiples ciudades y países.

La obra arroja, con el respaldo de datos macro, una luz sobre las fallas estructurales de los sistemas políticos. Un libro que empieza por ubicarnos como la región del mundo que, sin tener guerras devastadoras ni hambrunas, y a pesar de sus desbordantes riquezas naturales, adelanta a otros continentes en expulsión de gente en grandes caravanas que bordean el millón anual.

La migración masiva es causada por los sistemas de gobernanza que, por una parte, desestabilizan a las poblaciones campesinas y las obligan a desalojar sus terrenos para concesionarlos a grandes compañías para la extracción de materias primas.

Por otra, carecen de un régimen de derecho confiable; son sistemas donde prevalece la corrupción y florece la violencia. La violencia tiene su origen no solo en las arbitrariedades y debilidades legales, sino también en el florecimiento de la delincuencia organizada.

La violencia no afecta tanto a los enclaustrados en residenciales y comercios, sino a las clases medias y pobres, a quienes, bajo amenaza de muerte, se les obliga a entregar el “diezmo”, o sea, una parte de sus escuálidos ingresos.

Sin estos datos no sería posible explicar la masividad de las columnas de migrantes desesperados que arriesgan lo que les queda de patrimonio, e incluso la vida, en un viaje lleno de peligro. A lo anterior se suman las cíclicas sequías e inundaciones, cada vez más frecuentes producto del cambio climático.

A estas desgracias en el plano social y ambiental debe agregarse la tasa de crecimiento económico de la región, la más baja del planeta. No solo hay ineficiencia y corrupción en los gobiernos, sino también malas estrategias de desarrollo económico, que entregan a cambio de muy poco los recursos depredando la ecología sin crear riqueza o arraigo para las poblaciones socialmente vulnerables.

Juventud desaprovechada

Martín Caparrós, en su libro, menciona que si bien en la década anterior hubo relativa bonanza por las exportaciones de materias primas y subió ligeramente la escolaridad en la región, la calidad de esta dista mucho de responder a las exigencias contemporáneas.

Tenemos una gran población joven que podría ser el respaldo del futuro, como bono demográfico, pero no se invierte en ella lo suficiente para aprovecharla en una época de acelerado cambio tecnológico.

¿Puede un territorio sin educación de calidad, sin respeto por el desarrollo sostenible y con corrupción galopando por los sistemas de gobierno dejar en manos de las economías clandestinas el futuro del subcontinente? ¿Pueden las élites remolonas que han demostrado ser malversadoras y corruptas impedir el avance y la penetración del narcotráfico que toma progresivamente el poder o se impone con la fuerza del fusil como lo han hecho ya en múltiples municipios e incluso estados en México?

Ñamérica es un libro que entrega un fuerte testimonio que evidencia cómo los países que no ofrecen soluciones que integren a la población excluida están condenados a sucumbir ante el terror y la violencia del narco.

Muestra la urgencia de salir de los carriles tradicionales, voltear a ver los problemas estructurales y la necesidad de enfrentarlos con soluciones sistémicas, dejar de lado las soluciones que son aparentes y están basadas en protagonismos personales y moralismos que hablan de cambios pero terminan siendo víctimas del sistema de corrupción.

El cuadro de la región, conforme se avanza en la lectura, es muy grave, se puede decir que se encuentra en cuidados paliativos y, lo que es peor, con poca esperanza de transformación.

Sin embargo, no está perdida si se rompen los círculos viciosos que mantienen la exclusión e impiden el acceso a las oportunidades educativas a amplios sectores de población. Si, en su lugar, se promueve la integración con una intervención a través de nuevos círculos virtuosos que faciliten la inclusión social mediante educación y capacitación organizacional actualizadas que incluyan la regeneración del medioambiente.

Caminos trazados

Hay que tomar medidas impostergables para las cuales ya existen senderos trazados con gran éxito por grupos y comunidades organizadas, pero que han permanecido ignorados y a menudo combatidos por las esferas de poder por su carácter autónomo y trazador de esperanzas.

El poder tradicional clientelista ha estado interesado, ante todo, en la subordinación y manipulación de las organizaciones dirigidas por cuadros partidarios que reparten beneficios. Organizaciones de fachada y con poco fuste. Les interesan las organizaciones que, ante todo, sean leales al poder político, aunque sobrevivan con oxígeno del presupuesto.

Los ejemplos o buenas prácticas a las que hacemos referencia no solo marcan senderos, sino que si se transforman en políticas públicas su éxito radica en el impacto que adquieren al incorporar en la solución a las fuerzas locales.

La incorporación es capaz de transformar los senderos que en el pasado abrieron comunidades y cooperativas en caminos y autopistas para un desarrollo armónico con la naturaleza, que abre al mismo tiempo oportunidades que responden al anhelo de la población joven latinoamericana, especialmente la que emigra desesperanzada hacia otras tierras o se compromete con el crimen organizado.

Miguel Sobrado es sociólogo y Fernanda León Flores, gerenta de Prisma Latinoamérica.