Camino a la seguridad automotriz

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TOKIO – El automóvil (desde hace ya tanto tiempo un símbolo de libertad, estatus y éxito) llegó a una encrucijada. Durante más de un siglo, los automóviles han permitido que miles de millones de personas viajen más lejos, más rápido y más eficientemente que nunca antes. Han dado impulso a las grandes economías del mundo y forma a nuestro moderno paisaje social y cultural. Pero todo esto ha tenido sus costos: accidentes, congestión, contaminación y una incómoda dependencia del petróleo, entre otros.

Nuestro desafío, por lo tanto, es ampliar los beneficios y reducir (eventualmente eliminar) los daños que producen nuestros automóviles, para que en el futuro los viajes sean limpios, eficientes, seguros y accesibles para todos. Para que nuestra industria continúe siendo un instrumento de progreso, debemos trabajar en estrecha relación con nuestros pares de otros sectores y del Gobierno en tres áreas principales: la seguridad, el medio ambiente, y la asequibilidad.

La seguridad en los caminos es una gran preocupación. Más de 3.000 personas mueren cada día en accidentes relacionados con automóviles. Los países con menores ingresos solo tienen la mitad de los vehículos que existen en circulación, pero sufren más del 90% de las muertes por su causa. En la India hay solo una cuarta parte de la cantidad de automóviles que circulan en Francia, aunque sufre 20 veces más muertes relacionadas con ellos: 80 veces más accidentes por automóvil.

Pero la seguridad está mejorando. En Europa, si bien la cantidad de vehículos se ha duplicado, la cantidad de muertes en rutas se redujo a la mitad. Uno de los motivos es la introducción de tecnologías como frenos antibloqueo, airbags y control electrónico de estabilidad. Las tecnologías, actualmente en desarrollo, podrían incluso eliminar totalmente las muertes relacionadas con los automóviles.

Una de esas innovaciones es la conducción autónoma. Renault y Nissan están trabajando en tecnologías complementarias que pueden predecir, detectar y evitar colisiones. Al reducir la presión de conducir en tráfico congestionado y sitios desconocidos, esta tecnología promete una mayor protección, tanto para los conductores como para los peatones. Es especialmente valiosa para las personas con movilidad reducida, como los conductores ancianos o con alguna discapacidad.

Pero estas tecnologías revolucionarias no son simplemente inventadas y luego implementadas: requieren apoyo gubernamental en forma de un conjunto coherente de leyes y normas que regulen su uso. Los responsables de las políticas deben involucrarse, entonces, en una etapa temprana del desarrollo si queremos lograr la meta de “caminos sin muertes” durante nuestras vidas.

La industria automotriz también puede hacer contribuciones fundamentales al medio ambiente. Hace 15 años, la Alianza Renault-Nissan evaluó el impacto ambiental de sus vehículos durante su ciclo de vida. El estudio examinó el efecto del uso de materias primas, el impacto de las emisiones sobre la salud (pública, especialmente en áreas congestionadas), y la contribución al total de emisiones de gases de efecto invernadero (el 23% proviene de la industria automotriz en todo el mundo).

Como resultado de esa evaluación, la Alianza invirtió más de €4 mil millones ($5,5 mil millones) en tecnologías libres de emisiones. Actualmente, el nuestro es el único grupo automotriz que produce en forma masiva una línea completa de automóviles y vehículos comerciales livianos sin emisiones. Renault y Nissan han vendido conjuntamente más de 100.000 de estos vehículos en todo el mundo (más que todas las restantes marcas de automóviles juntas).

La tarea más amplia que se debe encarar es la integración de estos vehículos a una conveniencia energética más eficiente y limpia, por ejemplo, reemplazando las envejecidas plantas de generación a base de carbón con energía hidroeléctrica. Además, los gobiernos locales y nacionales deben trabajar con la industria automotriz para integrar los vehículos sin emisiones a la infraestructura de transporte nacional. Creemos que si esto se logra será posible eliminar completamente el impacto de los automóviles sobre el medio ambiente en un futuro cercano.

La mayor salud y seguridad, sin embargo, no debe (y no tiene por qué) lograrse a expensas de los países en desarrollo, cuyos ciudadanos desean los frutos de la prosperidad que los ciudadanos de los países desarrollados disfrutan desde hace mucho. En 1999, Brasil, Rusia, India y China solo registraban un 8% de las ventas de vehículos en el mundo; en el 2012, sus ventas combinadas habían alcanzado un asombroso 35% del total mundial y esta proporción seguramente continuará aumentando.

Uno de los motivos de este extraordinario crecimiento es que los fabricantes de automóviles han desarrollado vehículos más asequibles para una nueva clase media más preocupada por los costos. La plataforma CMF-A de la Alianza, creada y producida en la India, abrirá el camino para muchos vehículos asequibles para el mundo en desarrollo. Dichos avances lideran una creciente tendencia hacia la innovación frugal, cada vez más adoptada en los mercados de esos países.

Es difícil sobreestimar el impacto que ha tenido el automóvil en nuestra vida política, económica, social y cultural durante el último siglo. El sector genera en el mundo ventas mayores que el PIB de todas las economías juntas, excepto las cinco mayores, y emplea a más de 50 millones de personas. Su futuro está ligado al de la economía mundial. El desafío ahora es reinventar el automóvil para que continúe siendo un orgulloso tótem de libertad y seguridad en las próximas décadas.

Carlos Ghosn es presidente y director ejecutivo de la Alianza Renault-Nissan. © Project Syndicate.