Cada persona mayor es irrepetible

La vejez es una nueva oportunidad de construir, departir, expresarnos y proyectarnos.

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El envejecimiento tiene muchas aristas relacionadas con aspectos biológicos, mentales, funcionales y sociales. Influye el entorno, conformado por la familia, las personas cercanas, la comunidad y las instituciones adonde los adultos mayores asisten para recibir diferentes servicios.

Esos servicios son espacios para promover formas de mejoramiento de la comunicación, mediante el estímulo de la conversación, la expresión de ideas y sentimientos y las vivencias cotidianas, las cuales se ven limitadas cada día más por los medios de información y las redes sociales.

Los avances tecnológicos suelen excluir a los mayores de la interacción con los demás, realidad que debe ser revertida, pues atenta contra el bienestar integral y los derechos de este significativo grupo poblacional.

La comunicación es un arte. En el transcurso del tiempo, deja evidencia de un crecimiento integral que se deriva del aprendizaje, la madurez, las experiencias de vida y del camino recorrido. En la vejez, igual que en las otras etapas de la existencia, podemos elegir cómo deseamos relacionarnos con el prójimo y con nuestro entorno. Las opciones son claras: podemos escoger un hermoso atardecer o un frío invierno… es cuestión de actitud.

Nuestra posición ante la vida es fundamental y las actitudes positivas tendrán efectos saludables en muchos otros aspectos porque se transforman en motores indispensables para fortalecer el autocuidado, la búsqueda de atención del personal de salud, de información útil y de consejos apropiados que permitan incorporar hábitos de higiene; además, prácticas idóneas de interacción social y de relación con las personas más cercanas. Sumados estos factores, harán que nos mantengamos lo más lejos posible de las enfermedades.

Bienestar integral. No debemos olvidar que el bienestar de las personas es integral y conlleva la atención de la salud y otros componentes relacionados con aspectos psicológicos, emocionales, sociales y ambientales.

La etapa productiva en que la persona desarrolla una vida basada en actividades laborales y dinámicas, en la que muchas veces la familia, las amistades y la comunidad representan escenarios secundarios, experimenta en la vejez un cambio sustantivo el cual modifica las prioridades y obliga a reorientar intereses, aprender cosas nuevas, integrarse a actividades motivadas por anhelos de carácter particular, además del importante cambio que opera en la administración del tiempo, que pasa a ser de manejo personal, según los intereses específicos.

Estas son realidades que los adultos mayores deben reconocer y plantearse como desafíos que les permitan continuar con entusiasmo el aprendizaje en aspectos motivadores. El involucramiento en actividades de grupo, sean recreativas, ocupacionales artísticas o intelectuales, ayudará a que el potencial individual siga su propio proceso de crecimiento y de autorrealización.

Se trata de una nueva oportunidad de construir, de departir, de expresarnos y proyectarnos desde la individualidad, en concordancia con el carácter de cada quien, según las características de su identidad, única e irrepetible. Precisamente es esa individualidad el valor que fija un norte a cada ser humano y le otorga su derecho, inalienable y digno, de ocupar un lugar en el mundo.

El autor es director del Hospital Nacional de Geriatría y Gerontología.