Benedicto XVI, acusado

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El editorial de La Nación ( 18/4/10 ) sacaba a colación el comportamiento de la Iglesia Católica al respecto de las denuncias de abusos que la salpican. Para destacar algunas de las sombras de dicha institución señalaba que acaso “¿Se han desmentido los hechos que documentan las investigaciones del New York Times sobre la posible responsabilidad del papa Benedicto XVI en los casos citados, al no haber expulsado del sacerdocio a un prelado denunciado por pedofilia?”, y sigue dicho editorial señalando la irracionalidad de la Iglesia Católica que se dice perseguida mediáticamente frente a la evidencia.

Me permito señalar que sí se desmintió la información a través de Levada que está precisamente al frente de la misma Congregación que ocupó Ratzinger antes de llegar a ser papa. Lo señaló en un largo artículo inmediatamente después de que el New York Times sacase la información.

Levada cita dos artículos: uno de Lauire Goodstein cuya traducción sería: “Advertido sobre los abusos, el Vaticano no suspendió al sacerdote”, y el editorial “El Papa y el escándalo de pedofilia”. En esos artículos se señala que acaban de ser “descubiertos” unos archivos por los que Ratzinger no expulsó del sacerdocio al protagonista de los abusos, el padre Murphy. Deja así caer que lo encubrió. Hay que señalar que los abusos sucedieron antes de 1974 y faltan todavía algunos años para que Ratzinger se traslade a Roma a ocupar su nuevo cargo. Falta de evidencias. Levada muestra las contradicciones internas del artículo, sin recurrir a otras fuentes que el mismo artículo. La autora señala que en su momento “el caso nunca fue procesado ni disciplinado por el sistema judicial eclesiástico” (la arquidiócesis de Milwaukee) ni tampoco por la Policía y los fiscales que ignoraron los relatos de las víctimas.

Es decir, las autoridades penales civiles fueron informadas y desestimaron el caso, seguramente por falta de evidencias.

El artículo confunde, yendo adelante y detrás en el tiempo, sin dejar del todo claro que más de veinte años después de que sucedieran los hechos, el arzobispo Weakland acude finalmente al Vaticano en petición de ayuda de algo que hasta entonces solo le corresponde a la arquidiócesis de Milwaukee.

Al llegar la información al Vaticano se inicia y aprueba un proceso canónico contra el padre Murphy.

Solo cuando se sabe que Murphy se está muriendo se sugiere la suspensión del juicio, por lo que supone de tiempo el tomar declaración a testigos, al propio acusado, etc. Eso sí, imponiendo las restricciones a su ejercicio sacerdotal.

El vicario judicial que fue el presidente del tribunal en el juicio canónico no recibe nunca la comunicación de suspensión del juicio, él mismo señala que no hubiese estado de acuerdo con ella , y en ese ínterin, Murphy fallece.

Goodstein acusa en su artículo a Benedicto XVI del fracaso de no expulsar a Murphy del sacerdocio en lugar de acusar a las autoridades diocesanas que debieron tomar decisiones en su momento.

También trae a colación alguna “otra acusación” contra Benedicto XVI como un caso sucedido en Múnich en el que la archidiócesis ha señalado en repetidas ocasiones que se debió a un error en la toma de decisiones del vicario general Gruber y, por tanto, el responsable.

El New YorkTimes en su editorial señala: “Pero luego leemos el informe preocupante de Laurie Goodstein' Acerca de cómo el Papa, cuando todavía era cardenal, fue personalmente advertido sobre un cura... Pero los líderes de la Iglesia eligieron proteger a la iglesia en vez de a los niños. En el informe se ilumina el tipo de conducta de la Iglesia estaba dispuesto a mantener para evitar el escándalo”.

Ante esto Levada señala: “Discúlpenme, editores. Incluso el artículo de Goodstein, basado en los “archivos recién desenterrados”, pone las palabras sobre la protección de la Iglesia del escándalo en los labios del arzobispo Weakland, no en los del Papa. Es precisamente este tipo de fusión anacrónica la que creo que merece mi acusación de que el New York Times, precipitándose en emitir un veredicto de culpabilidad, carece de imparcialidad en sus informaciones sobre el papa Benedicto”.

¿Se han desmentido los hechos que implicaban a Benedicto XVI? Acudan a las fuentes y juzguen ustedes con rigor científico.