Bendita exogamia

Debemos ver a los migrantes como una oportunidad para evolucionar tanto en lo biológico como en lo sociocultural

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Antes de escuchar la palabra exogamia, primero escuché el vocablo endogamia, que proviene de dos fuentes principales: la genética y la evolución.

A la segunda, en algunas clases de medicina, se le atribuía ser una de las causas más frecuentes de malformaciones congénitas, llamadas hace mucho tiempo taras. En aquel momento, el concepto fue relevante, pues era común, por ejemplo, que entre primos tuvieran hijos, y esto aumentaba considerablemente la probabilidad de malformaciones congénitas mentales y físicas.

Desde un enfoque biomédico, la exogamia implica el intercambio de genes entre hombres y mujeres no consanguíneos. Hasta ahora, la palabra se ha utilizado casi exclusivamente en el terreno biogenético. Sin embargo, si empleamos este concepto en las ciencias sociales adquiere en el momento histórico actual un gran significado.

Debo confesar que mi interés por este enfoque se origina no por la medicina, sino por la antropología, estudios que inicié en la Universidad de Costa Rica, aunque no los terminé.

Los grupos humanos para evolucionar deben trasladarse o tener contacto con otros humanos biológica o culturalmente diferentes. Quiere decir también lo contrario: si somos endogámicos biológica o culturalmente, el resultado es el contrario, esto es, la involución.

Apliquemos esto a la migración. Hemos evolucionado gracias tanto a la exogamia biológica como a la exogamia cultural. Nuestro país, pese a su manifiesta xenofobia, ha recibido durante siglos el aporte tanto biológico como sociocultural de hombres y mujeres provenientes de todos los puntos del planeta.

Somos el resultado del encuentro de las diferencias biológicas y socioculturales, encuentro que mejoró nuestro lenguaje, cosmovisión, arte, literatura, música, teatro, ciencias, espiritualidad, educación, gastronomía, el cuidado del medioambiente, teología, ornitología, ingeniería, medicina y política. En fin, nuestro país tiene raíces producto de la exogamia universal.

En la actualidad, debemos ver a los migrantes como una oportunidad para evolucionar tanto en lo biológico como en lo sociocultural, lo espiritual y lo mental.

Si la exogamia sociocultural fuera más universal, sería la mejor estrategia contra las guerras, pues se profundizaría más en el conocimiento de nuestros vecinos cercanos y lejanos. Nos acercaríamos tanto que temeríamos infligir un daño que no nos gustaría que nos causaran.

fulatedr@gmail.com

El autor es pediatra.