Banco Central versus demanda y oferta agregadas

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La política monetaria del Banco Central se sustenta en la baja de la tasa básica pasiva (tbp) que complementa algunas veces con la tasa de interés por captación de depósitos electrónicos. El 4 de octubre del 2012, la tbp fue de 11% y ha caído a 6,6% el 20 de junio del 2013.

La tbp es una variable nominal que afecta a otras variables nominales y reales de la economía. Esa tasa sirve de referencia a las entidades financieras para fijar las tasas de interés por créditos. La baja sostenida de la tbp constituye un esfuerzo del Central por animar la demanda y la oferta agregada nacional y, en última instancia, elevar la producción nacional.

No obstante, las entidades financieras tienen una sobreoferta de dinero que no necesariamente responde a las restricciones del Central. La auto restricción de la oferta de dinero en esas entidades eleva las tasas de interés de los créditos y desanima la demanda de dinero para la inversión y el consumo privado.

Se concatena esa estrategia financiera con las bajas tasas de interés pagadas por los ahorros del público. Aún así, no logran desestimular el ahorro con el mismo ímpetu que desaniman la inversión y el consumo privado. Aunado a ello, sobre todo en la banca pública, la entumecida y gigante burocracia y los elevados salarios y pluses , acrecientan los costos operativos. Las entidades financieras crean todos los elementos necesarios para adormecer buena parte de las ventajas comparativas y frenar la ventaja competitiva.

Las exportaciones netas (exportaciones menos importaciones) han disminuido, la demanda exterior de productos nacionales ha caído mucho más que la demanda nacional de productos extranjeros. La baja en la tbp debería impulsar la demanda de dinero para la inversión, pero las importaciones de materias primas y bienes de capital fundamentales apenas registra ínfimas alzas promedio. Las variables reales, tales como inversión, producción y empleo, se estancan o deprimen.

Las variables nominales, como precios, tasas de interés, tipo de cambio y salarios se comportan como si no tuviesen relación con las variables reales. Muy fácil atribuir esta situación macroeconómica a las condiciones del mercado internacional, chivo expiatorio para el consenso académico y político nacional.

En alguna medida, la política monetaria de los Estados Unidos afecta a la economía costarricense. La baja tasa de interés en ese país favorece a los nacionales, en especial a empresarios y al sector público, endeudados en el exterior, pero puede ser una fuente de mayor fortaleza del colón, arremetiendo contra las exportaciones y la inversión. La política expansionista en Estados Unidos, ejecutada mediante compra de bonos, puede impactar en esa dirección al colón. En ese país la baja tasa de interés y la mayor oferta de dinero inducen a un alza en la inversión y el consumo privado. Los precios se mantienen casi invariables a corto plazo, mientras aumentan levemente el empleo y la producción. Esto contrasta con la política monetaria, crediticia y fiscal de Costa Rica. La situación podría ser más difícil con la anunciada reducción o eliminación de la compra de bonos por la Reserva Federal.

Si la tasa se eleva comparativamente en Estados Unidos, el retorno de capitales es inevitable y disminuiría la oferta de dólares en Costa Rica, aumentando el tipo de cambio, las tasas de interés y los precios. La oportunidad para la economía nacional puede diluirse mientras el Central, el gobierno y las entidades financieras soslayan el contexto. No se trata de dar rienda suelta al colón, sino de discriminar entre consumo e inversión con tasas de interés diferencias, pero enlazadas. La venta de eurobonos no suavizará la situación fiscal a corto plazo, pues los rendimientos al alza significan mayor obligación fiscal, lo que empeoraría todas la variables nominales y reales, a falta de una política integral.