Avancemos desde Costa Rica en la protección del planeta

Promover las energías renovables dentro de nuestro modelo de desarrollo es una forma de fomentar salud, trabajo y orgullo por nuestro país

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A todas las personas y organizaciones en Costa Rica nos preocupa nuestro presente y futuro. Amamos este pedacito de mundo que nos tocó y reconocemos la herencia maravillosa que tenemos en nuestras manos.

Cada día somos más los que queremos trabajar e impulsar un progreso que involucre a la colectividad; queremos que lluevan oportunidades para mujeres y hombres, para niños y niñas, que haya beneficio general producto del crecimiento económico sin dejar a nadie atrás.

Descarbonizar es una gran oportunidad de tener desarrollo con inclusión. Por eso, durante 20 años, hemos frenado toda idea de exploración y explotación de petróleo en el país y más bien fijamos una meta para estar libres de emisiones de dióxido de carbono (emisiones netas cero) en el 2050. ¿Qué quiere decir esto?

Este maravilloso sueño quiere decir que si fomentamos las energías renovables a partir de la fuerza del viento y la intensidad del sol podremos seguir la ruta hacia el fortalecimiento de nuestro modelo de desarrollo que nos reconoce como un país verde que atrae a turistas de todo el mundo, con vocación para la sostenibilidad y un alto grado de capital humano.

Asimismo, que si transformamos nuestros sistemas de transporte para su funcionamiento con energías renovables, y no con petróleo como hoy, reduciremos nuestra huella de carbono y seremos más eficientes en el desplazamiento de personas y mercancías.

La adopción de prácticas ambientalmente sostenibles en la agricultura, ganadería y la industria aumentará la productividad y la resiliencia de nuestros ecosistemas.

Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que evaluó el Plan Nacional de Descarbonización, concluyó que en más de 3.000 rutas posibles para ejecutar dicho plan hay beneficios económicos superiores a los costos.

Según el Centro de Investigación de Energía del Reino Unido, la energía renovable es capaz de crear tres veces más trabajos que los combustibles fósiles. La Agencia Internacional de la Energía, creada por la OCDE —de la cual somos parte—, también confirma esta relación de tres a uno, y concluye que mientras en lo que queda para llegar al 2030 se podrían perder más de 5 millones de puestos de trabajo en la producción de combustibles fósiles, en el mundo, se crearían 14 millones en el campo de las energías limpias.

La Agencia Internacional de Energías Renovables estima que el 90 % de la electricidad global es posible producirla mediante energías renovables de aquí al 2050 y el 65 % en los 7 años que restan antes del 2030. Costa Rica es privilegiada porque, desde hace décadas, nuestra matriz energética sobrepasa estos parámetros.

En general, vamos adelante. Por eso, no tiene sentido ir contra nuestra propia visión, y, a pesar de los compromisos internacionales de descarbonización, volver a la energía a partir del petróleo, ni tampoco pensar en el gas natural como una vía de transición.

El Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas concluyó que invertir en gas metano es un mal negocio; las emisiones originan un 20 % de la contaminación y se queda ahí, en la atmósfera, y extiende sus impactos negativos en la tierra.

También dice que el cambio hacia energías renovables aportaría a América Latina por lo menos un 20 % del PIB regional. Si la región sigue la ruta del gas natural, crearía 35.000 empleos, como muy pronto, al 2050, pero si opta por energías renovables, abriría 3 millones de puestos de trabajo y la mitad se lograría en el 2030. Es decir, una relación de 1 a 10.

Las Naciones Unidas es clara: “La descarbonización no es un costo, sino una oportunidad de desarrollo”.

En Costa Rica, todos estos datos no están midiendo otros efectos positivos, como lo son seguir posicionándonos como un país ecológico, en el turismo y en la industria de servicios.

Promover más y mejores energías renovables dentro de nuestro modelo de desarrollo es una forma de fomentar salud, trabajo y orgullo por nuestro país.

La autora es presidenta de la Alianza Empresarial para el Desarrollo (AED).