Auschwitz: a 70 años de la liberación

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Con el tema “Cultura de la Memoria y la Paz”, la Fundación Yehudi Menuhin realizó en Madrid un extraordinario evento el pasado 27 de enero, día en que el mundo recordó la liberación del campo de concentración de Auschwitz por el Ejército Rojo, pocos meses antes de que el horrible régimen nazi cayera por completo.

Para tener una medida de lo que fue la Shoá (Holocausto), cito las palabras del general D. Eisenhower (del Ejército de Estados Unidos y, luego, presidente de ese país), en una carta del 15 de abril de 1945, dirigida al general Marshall: “… lo que vi es muy interesante, pero lo más horrible fue en un campo de internamiento alemán en Gotha... es indescriptible. Entrevisté a tres prisioneros. La evidencia visual y los testimonios verbales de hambreamiento, crueldad y bestialidad fueron tan sobrecogedores, que sentí ganas de vomitar… Hice esta visita con toda la intención, para poder dar evidencia de primera mano de estas atrocidades, de modo que, si algún día se desarrolla una tendencia de negar lo que ahí pasó, y llamarlas “propaganda”, mi testimonio personal sirva para refutarlas…” (Traducción libre, SW). ¡Qué gran visión la del general! (En Google se pueden ver las fotos de esa visita y las caras demudadas del testigo y sus acompañantes).

No al olvido. El tema de la ceremonia en Madrid fue acertado y actual: no debemos olvidar. Los últimos sobrevivientes de esa catástrofe, ejecutada por humanos, están por dejar este mundo. Posiblemente, en 20 años, o antes, ya no habrá uno solo de ellos aún vivo. Pero, para eso, la humanidad ha desarrollado la historia como registro e interpretación de los hechos importantes que nos competen, a veces con relatos, otras con documentos, hoy con fotos, videos y filmes. No olvidar, aprender y enseñar. La inspiradora carta (constitutiva) de la ONU hunde sus raíces en esos hechos y compromete a “nosotros, los pueblos del mundo…”, no solo a los Estados o a los Gobiernos, sino a los pueblos, de los que cada uno de nosotros somos una parte fundamental. De ahí, la responsabilidad personal de evitar que algo similar ocurra hoy. La primera tarea es preventiva: educación en humanismo, en derechos humanos, sin politizaciones.

En la actividad madrileña, celebrada en el Instituto Goethe, el acto de fondo fue una extraordinaria mesa redonda con participación de muy distinguidos intelectuales españoles: Barón Crespo (presidente de la Fundación Yehudi Menuhin), Federico Mayor Z. (exdirector general de Unesco), Reyes Mate (filósofo e Investigador principal del proyecto “La filosofía después del Holocausto”) y el alemán Werner Schmitt (músico, fundador, junto a Menuhin, del proyecto MUS-E).

Peligro persistente. Es imposible repetir las ideas, conceptos y mensajes de este panel, pero podrían resumirse en que el peligro del antisemitismo, el racismo y la xenofobia aún persisten, y en que, en la Europa de hoy, partidos con poder político, quizá inclasificables en el eje “derecha-izquierda”, según los parámetros usados hasta ahora, sino, más bien, en uno “soberanista-populista” (J. I. Torreblanca), son respuestas de la gente a su desencanto, y solo a un paso más allá están los neonazis y similares.

Niños del Colegio Hebreo Ibn Gabirol entonaron el sobrecogedor himno de los partisanos, inicialmente del gueto de Vilna y, luego, de todos los partisanos judíos, y la canción Eli, Eli ( Dios mío, Dios mío ). Sofía Gandarias (pintora, Fundación Menuhin) y Margaretha Hauschild (Instituto Goethe) habían abierto el acto, en el espíritu de reconciliación sin olvido, de Menuhin.

Finalmente, José Luis Gómez, actor y director teatral laureado internacionalmente, declamó, con sentir profundo, poemas de Czeslaw Milosz (premio nobel de literatura) y “Justo entre las Naciones”, de Yad Vashem, acompañado por María José Hernández, hoy una de las mejores voces de España, que magistralmente cantó a capela bellísimas romanzas, algunas sefardíes.

Misión por cumplir. También en Costa Rica se recordó la fecha. En los yermos campos de Auschwitz, algunos sobrevivientes participaron en la ceremonia, con altos dignatarios alemanes, judíos y europeos. El presidente de Alemania expresó que el Holocausto le produce y producirá, como alemán, sufrimiento para siempre, y manifestó que recordar no es suficiente, sino que hay una misión por cumplir, basada en el respeto a la dignidad de todo ser humano. Cada uno de nosotros tiene que actuar.

Solo cuando los líderes mundiales y cada uno de nosotros hagamos nuestros los nobles ideales de convivencia, armonía y respeto a todas las personas, nos estaremos acercando a un mundo en que convivamos en paz y nunca más, nunca más, nadie sea objeto de discriminación y violencia.

--El autor es economista.