Argentina: mucho más que elecciones legislativas

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Las elecciones legislativas del pasado 27 de octubre marcaron el fin del proyecto re-reeleccionista de Cristina Fernández de Kirchner (CFK) y definieron la línea de salida para las presidenciales del 2015, comicios que se presentan muy abiertos debido a la no concurrencia de la actual presidenta por mandato constitucional.

El sólido triunfo de Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires (la nueva estrella), de Mauricio Macri en la Capital Federal, de Hermes Binner en Santa Fe y de Julio Cobos en Mendoza coloca a estos líderes, junto con el gobernador de la provincia de Buenos Aires y presidente del Partido Justicialista, Daniel Scioli, como los favoritos en la contienda por la presidencia del 2015. Al igual que en elecciones presidenciales previas, no hay que descartar la posible irrupción de algún candidato sorpresa que se sume a la lista. Dos años es un periodo demasiado largo en Argentina para hacer pronósticos infalibles.

Los resultados de estos comicios han sido ambiguos. Por un lado, le han puesto fecha de vencimiento al gobierno de CFK, dejándolo en condiciones de “pato rengo”. Pero, por el otro, y a pesar de haber sufrido derrotas importantes en la mitad de los distritos electorales, incluidos los cinco más poblados del país, el kirchnerismo sigue siendo la primera minoría a nivel nacional, habiendo logrado conservar, asimismo y por ahora (si bien por estrecho margen y con el auxilio de fuerzas aliadas), la mayoría en la Cámara de Diputados y en el Senado.

Candidatos para el 2015. El triunfo más significativo es el de Massa, intendente de Tigre, un peronista que recién abandonó el kirchnerismo en junio pasado y que derrotó de forma contundente (por más de 10 puntos) al candidato kirchnerista Martín Insaurralde, posicionándose como el nuevo líder de una oposición dividida.

La victoria de Massa ya está causando un terremoto político en el peronismo. Sin la posibilidad de la candidatura presidencial de CFK en las elecciones del 2015, los gobernadores e intendentes peronistas deben elegir entre la figura emergente de Massa (que salió fortalecido de esas elecciones) y la más consolidada de Scioli (que sufrió un debilitamiento).

Tras su victoria, Massa seguirá insistiendo en formar en torno a él un gran frente político no solo de alcance provincial sino nacional, que deberá incluir a peronistas no kirchneristas, kirchneristas desencantados y a otros sectores políticos. Su prioridad consiste en llegar a ser un referente nacional que encarne una nueva generación de líderes políticos (Massa tiene 41 años). Para ello deberá cruzar la frontera de su provincia y comenzar a “caminar” el resto del país.

Por su parte, Scioli aspira a convertirse en el candidato oficial del Partido Justicialista, y a este en la fuerza aglutinante y unificadora de todo el peronismo, incluido el kircnerismo. Empero, no es del todo seguro que el kirchnerismo (sobre todo, el sector más duro), que ha tenido fuertes enfrentamientos con Scioli, termine apoyándolo. La tregua abierta en las últimas semanas entre ambos sectores, debido a la enfermedad de CFK (que motivó su ausencia en los tramos finales de la campaña) y la necesidad de unir fuerzas para hacer frente al desafío de la irrupción de Massa, aún no parece definitiva. Habrá que ver qué sucede cuando CFK (todavía con permiso médico y en reposo) regrese a la Presidencia. Un escenario probable consiste en que, en lugar de que el kirchnerismo se alinee con Scioli, busque un candidato presidencial propio, más comprometido con su filosofía e intereses, como podrían ser, entre otros, los gobernadores de Entre Ríos, Sergio Urribarri, o el del Chaco, Jorge Capitanich.

Otro de los vencedores de la jornada ha sido el jefe del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri (consecuencia del muy buen resultado que alcanzaron sus candidatos en Capital Federal, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos), quien aprovechó el triunfo para lanzar su candidatura presidencial. La debilidad del macrismo radica en su escasa implantación en el interior del país, salvo contadas excepciones. Por ello, su prioridad radica en construir alianzas con fuerzas provinciales que le permitan crear estructura y presencia en el ámbito nacional.

El claro triunfo del socialista Hermes Binner en Santa Fe lo sitúa de nuevo entre los presidenciables (fue el segundo candidato más votado en el 2011). Binner, socialdemócrata, debe esforzarse ahora por reunir a la heterogénea izquierda argentina en un solo bloque y aprovechar los buenos resultados cosechados en la Capital, donde cuenta con aliados de gran carisma como Elisa Carrió y Pino Solanas.

Por su parte, los excelentes resultados logrados a nivel nacional por la Unión Cívica Radical reavivaron el interés de esta fuerza por participar en las elecciones del 2015 con candidato propio (Julio Cobos o Ernesto Sáenz), o bien en una alianza panradical con Binner y, posiblemente también, con Carrió y Solanas.

Mi opinión. Estas elecciones legislativas tuvieron lugar en un momento de alto contenido simbólico. El domingo 27 se cumplieron tres años de la muerte del expresidente Néstor Kirchner y, el pasado miércoles 30, los 30 años de la celebración de la elección de 1983 que determinó el regreso de Argentina a la vida democrática.

La trascendencia de estas fue muy superior a la de unas elecciones legislativas de medio periodo. Había muchos factores en juego y de gran relevancia. Uno de ellos (el más importante en mi opinión) quedó definitivamente resuelto: el proyecto re-reeleccionista de CFK para permitirle un tercer mandato consecutivo (que la Constitución vigente prohíbe) fue sepultado. No habrá “Cristina eterna”, como proponía la diputada oficialista Diana Conti.

Pero, si estos comicios pusieron un límite a la duración del mandato de Cristina, no la privaron, en cambio, del nivel de apoyo político necesario para asegurar la gobernabilidad. Cuando CFK regrese a la presidencia (tentativamente el 8 de noviembre), deberá hacer frente a varias cuestiones, entre las que destacan por su importancia tres: la inseguridad (principal problema de los argentinos), la escasez de divisas y una inflación del 24%.

Se abre a partir de ahora una transición política de dos años, periodo en el que habrá un alto grado de incertidumbre y complejidad no solo de carácter político, sino también social y económico, que demandará de parte de CFK y de todos los actores mucha racionalidad y diálogo (¿los habrá?). Se inicia, asimismo, la competencia de cara a las presidenciales del 2015, en las que, por primera vez desde el 2003, no habrá un Kirchner candidato a la presidencia. Hoy por hoy, el peronismo (sea vía Massa, Scioli o algún candidato del kirchnerismo) es el que cuenta con mayores posibilidades de suceder a CFK. Por su parte, la fragmentada oposición, si quiere tener alguna posibilidad cierta de llegar a la presidencia, deberá seguir avanzando en su actual proceso de unificación en dos o tres grandes coaliciones. Pero, insisto, dos años es un periodo muy largo en la Argentina para formular juicios definitivos con tanta anticipación, incluidos los pronósticos opositores que afirman el fin del ciclo kirchnerista. Para todo ello habrá que esperar a las elecciones presidenciales del 2015.

Daniel Zovatto, director regional de IDEA Internacional para América Latina y el Caribe