Apagón educativo: ¿Por qué importa la lectura?

Los niños deben ser críticos e independientes, capaces de leer para aprender y escribir para expresar sus propias ideas

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Esta semana se presentó el «VIII Informe del Estado de la Educación», con un mensaje claro: los alumnos se mantienen en el sistema educativo, pero no están aprendiendo.

El informe hace énfasis en los resultados de Costa Rica en la prueba internacional PISA 2018, que reflejan la situación antes de la pandemia: el 74 % de los estudiantes de 15 años se ubicó en los niveles más bajos de lectura, es decir, enfrentaban ya dificultades para interpretar y dar sentido a lo que leían, que son capacidades esenciales para participar en la sociedad del conocimiento.

Podemos preguntarnos: ¿No es que la mayoría de los niños aprende a leer y escribir al terminar el tercer grado? ¿No será que el auge de los medios digitales —como YouTube, Instagram y pódcasts— restan importancia a la lectura y la escritura hoy? Aunque muchas personas piensen que sí, los informes del Estado de la Educación y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) demuestran una realidad diferente:

1. Los buenos sistemas educativos enseñan comprensión de lectura desde los primeros grados y, cuando los niños adquieren fluidez, continúan formándose en los siguientes niveles como lectores críticos e independientes, capaces de leer para aprender y de escribir para expresar sus propias ideas.

2. Los puestos de trabajo en la sociedad del conocimiento demandan profesionales capaces de leer para aprender y escribir para comunicarse, más —no menos— que en generaciones pasadas.

3. La comprensión lectora es altamente predictiva del éxito escolar y de la capacidad de aprendizaje continuo que se requiere para prosperar, de modo que está estrechamente relacionada con la reducción de la pobreza.

El informe nos da una pista con el título de su tercer capítulo: «Fortalecimiento de la competencia lectora: un desafío impostergable para mejorar los aprendizajes de los estudiantes». Es evidente que necesitamos cambiar la forma como enseñamos y practicamos la lectura y la escritura en las escuelas.

En preescolar, los niños necesitan oportunidades para ver libros, escuchar cuentos y comentar cómo esos cuentos se relacionan con sus vidas e imaginaciones. En la escuela primaria, debemos enseñar a los niños a leer para aprender y a escribir para comunicarse.

Este enfoque debe continuar y profundizarse a lo largo de la secundaria, de modo que los jóvenes comprendan lo que estudian, logren graduarse y alcancen nuevas metas.

Para hacer esto, los docentes necesitan recursos educativos de calidad —material de lectura y planeamiento de lecciones— que estimulen a los estudiantes y prioricen el pensamiento crítico, por encima del aprendizaje de memoria.

La formación inicial de los educadores y su actualización constante deben reflejar este nuevo paradigma de enseñanza. También, necesitamos programas, como el Concurso Nacional de Escritura Mi Cuento Fantástico —liderado por Amigos del Aprendizaje (ADA) en colaboración con el Ministerio de Educación Pública y otros aliados—, que motiven a los niños a leer y escribir con un propósito.

Cerca de 75.000 niños y 1.000 escuelas han participado desde el 2012 en este concurso anual, que publica cuentos de niños para niños y ofrece una biblioteca digital compuesta por 120 textos y guías.

Lo que el informe deja claro es que, además de arrastrar debilidades estructurales, tras cuatro años de «apagón educativo», el país afronta una grave crisis en la educación. Una crisis que afecta de manera desproporcionada a los estudiantes de los sectores más vulnerables y que, de no atenderse con urgencia, elevará los índices de pobreza y ensanchará las brechas sociales. La portada del informe, en la cual se muestra el grito de un niño, es un llamado a la acción que no debemos ignorar.

La autora es directora ejecutiva de la Asociación Amigos del Aprendizaje (ADA).