¡Allá de pobre no se puede pasar muchacho!

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

“Oye, chico, ¿cómo va la cosa?”. Ese fue el saludo de un hombre entrado en edad, de tez morena y un tanto chamuscada por tanto sol recibido durante el viaje en busca de su libertad. Su acento delató su país de origen y me dio tema de conversación. ¿El título del artículo? La respuesta cuando le pregunté: “Señor, ¿por qué salió de Cuba?”.

Lo tenía al lado, y fue mi chofer desde Concepción de Tres Ríos hasta la casa de mi novia, en Escazú. Trabaja para Uber y con el efectivo que llevaba me alcanzó para pagarle.

Al responderme dijo: “Mira, muchachón. No tienes idea del país en el que te fueron a parir”. Le respondí con un comentario: “Qué mal con esto que está pasando ahora en la frontera con Nicaragua. Tanto cubano que no puede pasar. ¿Por qué sale la gente de Cuba? ¿Por qué salió usted?

“Tú, ¿qué estudias”. Economía, le dije. Después de reírse, sigue la conversación: “Bueno, eso en Cuba no existe, pero digamos que estudiaras para ingeniero o doctor, y que luego de eso tuvieras que vender empanadas o cortar caña. ¿Te gustaría? Ahora bien, si lo que te ganaras fuera tuyo, genial, pero tienes que darle tus ganancias al Gobierno. ¿Cómo la ves, hijo?, por eso salí, salí porque, como te dije, en un país comunista no se puede pasar de ser pobre. No ves Venezuela como va, ya casi logran el objetivo, que todos sean iguales: pobres”.

”Los que hablan bien de Cuba y de Venezuela y se hacen llamar de izquierda lo hacen de la boca para fuera, no lo viven. Si no, vea la doble moral de los políticos de estos países. En su mayoría son jóvenes como usted, que poseen mucha vida por delante y tienen que aprender mucho aún. Vivir bajo el mando de un gobierno de izquierda es no poder hacer nada, es no ser libre, es que manden tu vida. El Gobierno quita y el Gobierno pone. Todavía lo recuerdo, fue en el 78, cuando metido dentro del piso de una lancha me escapé de ese lugar. Bendita la hora en la que fui libre al igual que lo desean estos cientos de compatriotas hoy en la frontera norte”.

”Alberto, te voy a decir una cosa: este país es una maravilla, vivir bajo un sistema democrático da las mejores libertades y oportunidades. Pero cuidado con el populismo, eso sucede cuando eligen a un presidente por la cantidad de zapatos, por sus trajes y por una foto con unos perritos, y no por su conocimiento, bagaje y experiencia en la gestión pública”.

“Bueno se nos acabó el tiempo. Voy a terminar el viaje, ahí te pongo cinco estrellas”, le dije antes de bajar del taxi.

El autor es estudiante de Economía.