Aguas residuales de centros médicos

Cada hospital debe contar con su sistema de tratamiento de aguas residuales

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Los estudios recientes a nivel mundial ponen en evidencia el problema de la ausencia de tratamiento adecuado de las aguas residuales de los hospitales, clínicas y centros médicos.

En las aguas negras de estos centros se reporta la presencia de antibióticos, citostáticos, anestésicos, desinfectantes, IMC (medios de contraste a base de yodo), mercurio, platino, estrógenos, antiepilépticos, carbomazepina, etc. Además, bacterias que cuentan con varios factores de virulencia y cepas resistentes a diferentes antibióticos.

La estrategia planteada por los expertos en salud se orienta a que cada hospital, clínica o centro médico cuente con su propio sistema de tratamiento especializado de aguas residuales.

Este sistema puede ser de tipo aeróbico a anaeróbico, seguido de tratamiento terciario, donde además de una filtración profunda se aplique una desinfección que combine la fotodescomposición de algunas sustancias y que a la vez actúe como bactericida o bacteriostático, como la aplicación de luz UV, con la utilización de un oxidante potente como el ozono. Los reactores aeróbicos tipo MBR son los que dan mayor remoción y eficiencia (BCR o MBBR).

Las aguas una vez tratadas, pueden ir a un alcantarillado municipal donde se recogen también aguas residuales ordinarias, que luego irán a una planta de tratamiento convencional. Si no existiera un alcantarillado sanitario adecuado y una planta de tratamiento, se podrá recurrir a la disposición en un cuerpo receptor. Esto desde luego en un régimen de control y vigilancia sanitaria muy riguroso y estricto.

No se recomienda la utilización de estas aguas residuales tratadas en irrigación u otros usos donde se pueda dar contacto directo con el ser humano o animales domésticos.

Al mismo tiempo, los lodos deben sobrellevar una digestión completa, para que luego de estabilizados por completo se puedan deshidratar y disponer de ellos de forma segura.

Es necesario que las entidades competentes, como el Ministerio de Salud, El AyA y el Minaet, revisen el decreto de vertidos vigente, para que desarrollen un capítulo específico para este tipo de aguas.

Además, aprovechar esta revisión para prohibir el uso de tecnologías obsoletas para el tratamiento de aguas de origen ordinario, como las lagunas de oxidación, donde incluso ya se cuenta en el país con estudios que demuestran la presencia de superbacterias, con múltiples factores de virulencia en las aguas efluentes en las lagunas de oxidación en Guanacaste.

Hay estudios que sostienen que estas bacterias, por estar bajo la presión de grandes números de individuos y una alta presión selectiva, logran la transferencia de estas características virulentas y de resistencia a las cepas más exitosas.

Es decir que lejos de disminuir el riesgo de contagio de enfermedades de origen hídrico, puede ser que no solo estemos aumentando ese riesgo, sino que además estemos “fabricando” virus y bacterias más agresivos, con mayor posibilidad de producir enfermedad severa.