Actitudes pusilánimes frente al cambio climático

Los principales países contaminantes rehúsan adquirir compromisos para reducir las emisiones de dióxido de carbono

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La edición de The Economist del 26 de noviembre del 2022 contenía un análisis sobre las posiciones, propuestas y actitudes de los países participantes en la COP27, celebrada en Egipto, sin mayores resultados y sin ningún compromiso para frenar la explotación de combustibles fósiles.

Para tener idea de la gran concentración de la contaminación ambiental, los periodistas del semanario analizaron las emisiones de dióxido de carbono desde 1850 hasta el 2021 de 11 de los 193 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas.

En resumen, los cinco mayores emisores son Estados Unidos, China, Rusia, Brasil e Indonesia, que concentran el 69,8 % en el período estudiado (171 años), y de ellos, los tres principales están en plena producción de armas de guerra y explotación intensiva de carbón, petróleo, gas natural y litio.

Teniendo en cuenta la trascendencia y las graves implicaciones de lo expuesto de manera irrefutable, considero oportuno analizar las posiciones de algunos países durante la COP27 que se llevó a cabo en noviembre pasado.

The Economist resalta que se dejó de lado lo principal, que era el compromiso de reducir y hasta detener el uso de combustibles fósiles en los procesos de producción industrial y el transporte, principalmente.

Como alternativa para atenuar la tan llevada y traída contaminación ambiental, y como una clara y premeditada estrategia de los países contaminantes, el jefe negociador de la Unión Europea, Frans Timmermans, expresó: “La Unión Europea desea que el dinero vaya principalmente hacia países particularmente vulnerables, en vez de a los países en desarrollo”.

Agregó que las decisiones deben tomar en cuenta la situación económica de los países en el 2022 y no en 1992, ya que, por ejemplo, China y Singapur no son los mismos de hace 30 años.

Las posiciones, propuestas y actitudes se movieron hacia los problemas financieros, cómo movilizar dinero y el endeudamiento de los países más pobres.

Como consecuencia, Mia Mottley, primera ministra de Barbados, planteó la reestructuración del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y demás bancos y agencias de desarrollo multilateral.

Desde luego que sobraron las ponencias y los más elaborados discursos, y quedó abierto el espacio para que surgiera la cajonera sugerencia de crear un fideicomiso para préstamos, con intereses subsidiados, a países pobres que se comprometan a cortar las emisiones de carbón y demás combustibles fósiles.

De la COP27, en síntesis, resultó lo siguiente: 1. Los principales países contaminantes no adquirieron ningún compromiso de reducir y, menos aún, detener las emisiones de dióxido de carbono en sus procesos de producción industrial y transporte local e internacional. 2. Quedó para estudio la creación de un trust para préstamos, con intereses subvencionados, para proyectos en países pobres que tiendan a reducir las emisiones de carbón, con el título Global Climate Mitigation Trust, anexo al Fondo Monetario Internacional.

Considero que en la COP27, como en tantas otras reuniones, quedó patente que las naciones desarrolladas no se comprometen a las acciones de fondo necesarias para mitigar la polución que ocasionan sus procesos industriales, y lo que proponen, repetidamente, es la creación de entidades financieras para paliar la miseria en los países pobres y no desarrollados que no son responsables del cambio climático.

mariolaraeduarte@gmail.com

El autor es economista e historiador.