A jugársela con el tren

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“El tren volvió, pero yo siento que los conductores no le han dado la suficiente importancia, como que no han entendido que el tren es un peligro”.

Palabras sabias de hace un año –en La Nación – de Carlos Valverde, quien por más de tres décadas ha conducido las máquinas del Incofer y quien, desde la cabina de mando, capta la irresponsabilidad de los ticos en los cruces.

El tren urbano volvió hace 12 años (2005) y, tanto, tantísimo tiempo, no ha logrado crear cultura de respetarlo y verlo como riesgo mortal.

La conducta normal en un cruce es “jugársela” a que no viene ningún convoy y, si viene, apretar el acelerador para tratar de pasar antes.

Tampoco las agujas que bajan cuando se acerca el tren han funcionado. En solo 18 días de existencia de las barreras en el cruce de Pirro, Heredia, se llevaron 38 golpes (casi dos al día) y, eso, pese a que metros antes hay cinco señales que piden bajar la velocidad por el paso del tren.

Antes de fin de año, el Consejo de Seguridad Vial (Cosevi) pretende poner agujas en 63 cruces de alto tránsito vehicular y en otros 28 pasos, con bajo flujo de autos, campanas y señales verticales. Muy bien, ¡enhorabuena!

Sin embargo, de nada servirán más agujas o más señales si los ticos no cambiamos los malos hábitos. En ese sentido, es urgente más mano dura de la Policía de Tránsito para multar a los imprudentes.

¿Por qué los oficiales no se paran una semana en cruces viales a sancionar a los que se brincan los altos? Solo así, en una vigorosa campaña de partes, de tocar los bolsillos, se cambiará a la fuerza el hábito de “jugársela”.

En ese sentido, la busera Auto Transportes Desamparados (ATD), que da servicio de San José a Desamparados y Aserrí, tiene una política ejemplar: obligó a todos sus choferes a frenar en todos los pasos de tren, so pena de recibir sanciones.

En ocho años de aplicar la medida –que se verifica por medio de cámaras de video internas–, solo tuvieron dos accidentes, contó el gerente Orlando Santiago, en La Teja.

Este caso de éxito debe extrapolarse al país. La acción de los tráficos, “multómetro” en mano en cada cruce, es urgente antes de que haya más muertes; choques, sobran: casi uno diario.

El autor es jefe de redacción en La Nación.