Fecundación in vitro y diputados

Las presiones internas y foráneas no pueden doblegar la libertad y la soberanía nacional

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En la fecundación in vitro (FIV) se inyecta a la mujer para que produzca varios óvulos, los fecundan en un tubo de ensayo con el semen del hombre y le transfieren uno a su vientre. Los embriones humanos sobrantes los usan para experimentación, o los congelan, por si los padres quieren más hijos, y, pasado cierto tiempo, los botan a la basura. Se llama homóloga cuando se efectúa con el semen del cónyuge, y heteróloga si se hace de un donante desconocido. Es una técnica muy compleja.

No obstante, un médico nacional, para mayor facilidad, ofrece hacerla a la “tica”. Pero el engaño más grave es el del Comité Warnock: desde 1979 niega la existencia humana de los primeros 14 días del embrión. Esto es precisamente lo contrario de lo que confirman 12 autores de renombre internacional en la obra Identidad y estatuto del embrión humano . Biólogos, filósofos, antropólogos, abogados y especialistas en ética confirman que el estatuto ontológico del embrión humano es el comienzo de la vida, el comienzo del individuo, del ser humano, de la persona.

En el ADN. Afirma el genetista de fama internacional Jerome Lejeune, profesor de la Universidad de París, lo siguiente: “Los hijos están unidos permanentemente a sus padres mediante un vínculo material, la larga molécula de ADN, en la que está inscrita, en un lenguaje de miniatura invariable, toda la información genética. En la cabeza de un espermatozoide hay un metro de ADN dividido en 23 fragmentos (... )Tan pronto como los 23 cromosomas del padre aportados por el espermatozoide se unen a los 23 de la madre aportados por el óvulo, queda reunida toda la información necesaria y suficiente para determinar la constitución genética del nuevo ser humano” (citado por Reinhard Löw, Robert Spaemann, Johannes Reiter y otros en Bioética , ps. 51 y 52).

Por eso dice Mauro Cozzoli, en relación con las técnicas de la FIV, lo siguiente: “En lugar de la verdad del procrear humano, estas técnicas actúan a costa de un derroche enorme de vida embrionaria, debido a la tasa elevada de fracasos. Esto no es meramente técnico, es también y sobre todo ético, porque el derroche de vidas son abortos procurados'” ( Identidad y estatuto del embrión humano , p. 248).

Si en Estados Unidos se contaban “1.5 millones de abortos realizados por año' Los ingresos llenaban los cofres en tal cantidad que Pyle invertía los beneficios en bonos del Gobierno a largo plazo” (Bernard Nathanson, La mano de Dios , ps.123 y 129). En Costa Rica, con la afluencia de norteamericanos a las clínicas de salud privadas, la FIV se presenta como otro “buen” negocio.

Es de esperar, por tanto, que los diputados no hayan comprometido su voto, no hayan renunciado a la libertad de decisión. Porque debe prevalecer el imperio del artículo 21 de la Constitución Política (“La vida humana es inviolable”), y no la falsía del “Grupo Mundial de Parlamentarios en Población y Desarrollo” (Jorge Scala, IPPF, La multinacional de la muerte , p.61). IPPF es la Federación Internacional de Paternidad Planificada, que Nathanson cataloga como “El mayor grupo de presión norteamericano, y probablemente mundial, en favor del control de la natalidad y el aborto” (ob. cit. p. 147). Cuenta con 178 filiales repartidas por el mundo, incluida Costa Rica. Este grupo presiona sobre los cuerpos legislativos del Tercer Mundo. Ojalá encuentre en la Asamblea Legislativa una barrera inexpugnable, como lo hizo el presidente Rodrigo Carazo cuando se quiso imponer la esterilización de la mujer campesina costarricense.

No puede olvidarse que parte de la medicina de Estados Unidos siguió la línea de los ecologistas que, como F. Nash, defendía “el derecho de las rocas”. De paso cosificaron a la persona humana, al extremo de que, como Michael Tooley, “declaran preferible la muerte de un ser humano recién nacido a la tortura de un gato adulto” ( El derecho a la vida , p.12, obra de 7 autores, entre ellos profesores de la Universidad de Múnich, Alemania, de Oxford, Inglaterra, y de las universidades españolas de Granada y Valencia). Entre los autores de Identidad y estatuto del embrión humano y estos últimos, suman 19 los autores que prueban con sus investigaciones y sus estudios que la vida humana comienza con la concepción y no a los 14 días, como continúan haciéndolo los médicos partidarios del Comité Warnock de 1979.

Desinformación. Como afirma el geógrafo Manuel Casas Torres, “Una gran parte de la opinión mundial no tiene información veraz sobre lo que está ocurriendo a escala del mundo en materia de población” ( La Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer , p. 59). La IPPF, con asiento en la ONU, maneja esta desinformación y las conferencias mundiales sobre población. Como expresa el conocido tratadista de Derecho José Castán, “El problema de hoy' es el de ayudar a los hombres a preservar sus personalidades del riesgo de deshumanización al que parecen conducirles los inauditos triunfos de la tecnología' La meta que debemos ambicionar ha de ser, pues, la de una adecuada formación humana ( Los derechos del hombre , p.180). Y el asunto de la FIV no es religioso, según algunos quieren hacerlo creer, sino eminentemente biológico, y merece la protección del derecho.

Tocante al artículo 4.1 del Protocolo de San José de Costa Rica, que crea la Comisión de Derechos Humanos, afirma: “Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho está protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente'” Por consiguiente, nada impide que Costa Rica, como Estado Parte de esta legislación, se acoja a esta generalidad y se aparte de las prácticas del Comité Warnock de 1979. Costa Rica debe continuar su ininterrumpida trayectoria constitucional de defender la vida humana desde la Constitución de 1871. Las presiones internas y foráneas no pueden doblegar la libertad y la soberanía nacional. De acogerse a este artículo 4.1, tampoco las partes tendrían fundamento legal para amenazar al Estado con una sentencia condenatoria.

Es el momento de frenar las imposiciones de la IPPF y las injustificables amenazas de las partes. Si Costa Rica es pionera de la democracia latinoamericana, también debe serlo como defensora de la vida humana.