Exorcizar la gestión pública

Ya vendrá la cura reparadora

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A propósito de los últimos escándalos de actos indebidos, a simple vista empañan la gestión pública; sin embargo, viéndolo en perspectiva, más bien anuncian su adecentamiento. Abrazamos esta esperanza.

Sistema inmunológico.Las heridas en el cuerpo humano, si bien indeseables, tienen la virtud de que activan el sistema inmunológico. Este, de no activarse, cae en disfunción e implica el riesgo de que, cuando sea llamado a funcionar, quede aletargado y deje vulnerable al cuerpo. Este sistema tiene el propósito de atenuar los efectos provocados por situaciones atípicas que alteran el funcionamiento del cuerpo. Las heridas no son inherentes al cuerpo; este es el que se encuentra expuesto a ellas. La corrupción no es inherente a la gestión pública; más bien es esta la que está expuesta al pertinaz flirteo de aquella. El cuerpo de la gestión pública ha sido herido por actos indebidos y, al creer erróneamente que las autoridades judiciales estaban entumecidas, se han activado cual sistema inmunológico, actuando sobre los focos de infección, con una eficiencia comprobada por los resultados hasta ahora logrados.

Raspar para curar. Las llagas en la piel de cierta profundidad, solían curarlas con una buena raspada, para -decían- limpiar la herida. Se limpiaba la suciedad o cualquier germen infeccioso que complicara la herida y la restitución de tejidos. La raspada es fuerte y dolorosa, pero necesaria. La gestión pública se herrumbra, por soportar la humedad de la ilicitud que la empapa. Su cura requiere que esa corrosión le sea limpiada a punta de una buena raspada, le duela a quien le duela. Así debe ser si se quiere sanar y rescatar la gestión pública. Las autoridades judiciales no han hecho más que raspar heridas infectadas, cuya profundidad y hedor eran perceptibles desde tiempos ha. Ya vendrá la cura reparadora.

Buena gestión pública. Un organismo herido o enfermo no logra funcionar normalmente, la realización de sus funciones se complica aun en el mejor de los casos; y, en el peor, ni siquiera las logra. A cualquier persona, un resfriado o una dolencia muscular le complica la realización y calidad de sus labores cotidianas, implicando mayores esfuerzos, llevando el organismo a un rápido agotamiento y una menor capacidad de reacción o, inclusive, condiciéndolo al colapso. Exactamente igual ocurre con la gestión pública. Si el organismo estatal se encuentra enfermo como consecuencia de actos ilícitos, su gestión no será la mejor, con lo cual se incumplirán los estándares de calidad y alcance requeridos. Esto plantea un costo de oportunidad pues impide un mejor desempeño del cuerpo estatal, lo que imposibilita alcanzar un mejor desarrollo social.

Adecentamiento de la política. Nos late que los hechos denunciados e investigados por las autoridades anuncian un readecentamiento de la política y, por extensión, de la gestión pública. Después de estos estertores de parto, vendrá la criatura. Así como el exorcista expele a los entes malignos precaristas de cuerpos, de la misma manera las autoridades judiciales han de exorcizar la corrupción del cuerpo de la gestión pública. Sin duda, esta coyuntura ha fortalecido el control político ejercido por la sociedad. Por esto, quienes se acerquen a esa gestión con intenciones maculadas y lejanas de la vocación de servicio público, serán ahora los menos pues estarán sujetos a tal control. De ahí que estos acontecimientos no son más que alaridos de la patria, que llama al readecentamiento de la política y de la gestión pública. Y, para lo que resta del año, época del oceánico jolgorio costarricense, sugerimos solamente un exceso: la mesura.