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No puedo evitarlo. Siempre que estoy frente a la computadora más concentrado que un cubito, entra un mensaje del Gerente del International Bank, con sede en Nigeria, diciéndome que, por ser yo el familiar más cercano al fallecido general Obonga, hay 30 millones de euros esperándome con solo que yo dé algunos datos como mi cuenta bancaria. Sorprendido, ¿cómo no?, llamo de inmediato a mi papá, el verdadero Dr. Vargas, y le digo que quiubo que cómo es eso que yo con parentela nigeriana, con lo cual una cita en el café queda planteada para dilucidar la genealogía y debatir sobre la evolución reciente de la medicina nuclear. Y, por supuesto, el hilo de lo que venía haciendo queda merecidamente desmadejado.

Esos e-mail los leo; me caen bien porque al menos hay un esfuerzo literario. Son inoportunos pero creativos y escritos en un inglés macarrónico o un castellano de patíbulo. En otras ocasiones, el cuentazo es el de un supervisor de una mina en Zambia que encontró una pepita de oro de 500 kilos y ofrece darme una participación del 50% de la venta si le mando mis datos. Hasta imagino al tipo tecleando, tac-tac-tac, carcajeándose. Lo que me parece increíble es que, además, haya jaibos que se vayan con todo.

Luego están los e-mails que ofrecen penis enlargement (la primera vez, como toda primera vez, me asaltó la duda: ¿y como hicieron para saber?), noches orgiásticas de amor barato y sin preguntas. Esos, con sus encabezados impersonales al estilo “Hi jovargas@nacion.com”, ni maquillaje traen pues muy al estilo de la pornografía gringa van de una vez por el pan pan, vino vino. Son molestosos, cierto, pero fácilmente se les bloquea con solo clasificarlos como spam (correo no deseado).

Entre los peores spam están los que ofrecen servicios profesionales a diestra y siniestra que, por supuesto, uno está necesitando pues, como no, el gerentazo que soy requiere la última técnica de manejo de inventarios. Hablo de esos que manda, para ejemplificar con nombres y apellidos, una empresa llamada “Asesorías Creativas”, que bombardea, sin cuartel y valiéndose de direcciones sistemáticamente cambiantes, a cirineos como uno, a quienes les vale un pito lo que ofrecen. Cada vez que uno los bloquea, se inventan una nueva dirección y lema desde donde zurrarme con más ofrecimientos y, quizá por venganza, multiplican sus correitos. ¿Asesores creativos? ¡Mis pistolas!: al menos hagan las de los nigerianos esos que inventan una buena historia. Luego será cosa de uno si se la cree o no pues, al fin y al cabo, y como le escuché decir a un buen amigo, hay cierta belleza en el lema ese de un tabloide inglés que decía: “Nunca dejés que la verdad estropee una buena historia”.