Un arma cargada y sin seguro

En nuestro país, los ataques caninos son un problema de salud pública y, por lo tanto, deberían ser encarados en su justa dimensión

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Un animal doméstico sin entrenamiento, maltratado o agresivo, equivale a tener un arma cargada y sin seguro. El Hospital Nacional de Niños (HNN) hizo circular en la última semana un “Decálogo de recomendaciones para la prevención y manejo inicial de mordeduras de perros”, ante el incremento de la cantidad y severidad de los casos de menores heridos.

Desde hace una década, el país reglamentó la reproducción y tenencia de mascotas, pero los portillos legales, criaderos ilegales e inconsciencia y desinformación de los propietarios hacen que la población siga expuesta a que estas situaciones, totalmente previsibles, se repitan.

La nueva alarma se desató como consecuencia de la agresión sufrida por un niño de dos años y nueve meses, en Pérez Zeledón, que fue operado durante cinco horas en el HNN por sus lesiones en el cuello, rostro y cuero cabelludo. El mes pasado, un hombre recibió 32 mordiscos en Sabanilla de Alajuela. Aunque ambos sobrevivieron, requirieron cirugía reconstructiva, y las secuelas físicas y psicológicas podrían durar el resto de la vida.

En nuestro país, los ataques caninos son un problema de salud pública y, por lo tanto, deberían ser encarados en su justa dimensión. Entre el 2000 y el 2013 fueron atendidas 1.230 personas por esta causa, lo que significó una erogación cercana a los ¢5.000 millones para la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Si bien han sido pocas las víctimas mortales en casi una década, después del vergonzoso episodio del nicaragüense Natividad Canda, la mayoría de las agresiones se concentran en niños pequeños.

Este ensañamiento contra el grupo más sensible de la población, los menores de edad, hace que las agresiones caninas sean especialmente repugnantes para todos. Solo en lo que va del 2014, el HNN ha recibido 52 pacientes.

Después de una valoración técnica, el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) decidió sacrificar al american staffordshire que se abalanzó contra el niño en Pérez Zeledón, debido a su comportamiento agresivo. En este caso, como en otros, la eutanasia no es un castigo, sino el último recurso ante un perro que, debido a la negligencia de sus propietarios, representa un peligro para la comunidad y no puede ser salvado.

“A la hora que se presentan los funcionarios por motivo de la denuncia, el animal no cumple con las condiciones adecuadas tanto de tenencia como de manutención. Estaba amarrado a un palo en el fondo del patio con menos de un metro de correa, y, según comentaron los dueños, lo tuvieron así por más de un año, por el mismo miedo de que atacara”, declaró la Dra. Laura Loaiza, de Senasa.

Las recomendaciones que divulgó el HNN son una llamada de atención a la ciudadanía para que se percate de la responsabilidad moral, civil y penal que implica la posesión de mascotas, especialmente si se trata de razas como pitbull, rottweiler y american staffordshire. Estos perros no deben ser satanizados por sí mismos, pero son considerados “potencialmente peligrosos” por países como España y Alemania.

Costa Rica debe suscitar una discusión amplia sobre la pertinencia de crear un marco jurídico preventivo. Por ejemplo, algunas legislaciones nacionales exigen a los propietarios de estas razas cumplir una serie de requisitos como contar con una licencia, que incluye una prueba de aptitudes psicológicas, cursos de adiestramiento y la inscripción en un registro local que puede ser consultado por cualquier miembro de la comunidad.

Hace dos años, la Sociedad Mundial de Protección Animal (WSPA) determinó que un 49% de los hogares de la Gran Área Metropolitana (GAM) tenía al menos un perro. Sin embargo, un 33% no había sido vacunado contra la rabia en el año anterior al estudio.

Esta realidad, los ataques caninos y la alerta sobre una posible epidemia de rabia en el país deben hacernos cobrar conciencia sobre la tenencia responsable de nuestras mascotas, que también son parte de una sana convivencia social.