Retirada rusa de Siria

Rusia anunció sorpresivamente, sin brindar mayores detalles, el retiro de la mayor parte de sus fuerzas militares de Siria

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Rusia anunció sorpresivamente el retiro de la mayor parte de sus fuerzas militares de Siria. La urgencia del mensaje del presidente Vladimir Putin, difundido el lunes 14 de marzo, fue subrayada por el retorno inmediato de una porción importante de las unidades armadas de su Ejército. Asimismo, se anticipa el traslado de la mayor parte de la fuerza aérea en una fecha próxima. Las bases aéreas y navales de Rusia en Siria seguirán operando, pero con menos unidades.

La decisión de Putin coincidió con una potencial reanudación de la guerra en Siria y de las conversaciones de paz en Ginebra. Los números totales y fechas de la repatriación de los militares rusos no fueron detallados en los comunicados oficiales, lo cual arrojó dudas en cuanto a los alcances del anuncio en el tiempo y las unidades de combate involucradas.

La trascendencia de los movimientos castrenses exigía, al menos, un anexo para información de las numerosas partes negociadoras, pero no hubo documentos ni memorandos. Periodistas occidentales indagaron sobre las razones de esta extraña circunstancia y quedaron ayunos de explicación. La información de los números y otros detalles no fue mejor para las partes involucradas en las negociaciones. Sobraba el histrionismo en los anuncios oficiales de Rusia y, a veces, en las reacciones de la Casa Blanca, mas el trasfondo real permanecía en la incertidumbre.

Putin retornó al tema cuando expresó sus deseos de que los acuerdos de cese de hostilidades alcanzados motivaran el entusiasmo y la confianza de todas las partes. La urgencia de alcanzar acuerdos concretos para frenar la matanza la confirman los saldos fúnebres de la guerra desde su inicio en marzo del 2011, que apuntan a doscientos cincuenta mil sirios muertos y millones desplazados. Las fuerzas rusas liquidaron cerca de tres mil insurgentes en los últimos seis meses.

Para Putin, la guerra en Siria, en especial el desenlace que se dibuja para los próximos días, promete valiosas ganancias cuando se compara con la imagen que todavía lleva a cuestas por sus otras aventuras intervencionistas. Por ello, era necesario poner fin a la intervención rusa a tiempo y contribuir así al cese el fuego.

Ha prevalecido en el Kremlin el temor de que el dictador sirio, Bashar al- Asad, venza con tanta contundencia en la cruenta batalla siria, que se envalentone después de haber manejado con habilidad a rusos y norteamericanos.

En esta oportunidad, al menos, Putin ha desinflado el ego del sirio y le ha puesto un límite a la participación rusa en el brutal empleo de la fuerza. El gobierno sirio, sin el apoyo de los rusos, se mostraba tambaleante frente a las embestidas de la oposición armada. Había perdido grandes porciones de terreno, que solo pudo recuperar con ayuda de la fuerza aérea de Putin y los brutales bombardeos, supuestamente dirigidos contra los terroristas del Estado Islámico, pero a menudo caídos sobre posiciones de los rebeldes empeñados en deponer a Asad.

Por su parte, Obama proyecta hoy una imagen de frustración y cuasi parálisis en el manejo de la política exterior estadounidense en el Oriente Medio. Quizá el desarrollo del capítulo sirio le acredite puntos por su prudencia, que parece ser su principal mérito.

En una reciente entrevista con Jeffrey Goldberg, de la revista The Atlantic, Obama se vanagloria de la bondad de su diplomacia prudente, paciente y tranquila. Quizás esta sea una adecuada descripción del papel del presidente de la gran potencia democrática. El gran problema es que no toma en consideración las sorpresas ganadoras de Putin y las ventajas sacadas del episodio por el líder ruso. Acabamos de ser testigos de la más reciente de ellas.