Programa macroeconómico del Banco Central

El aspecto más neurálgico, según la programación macroeconómica del BCCR, es la menor tasa de crecimiento de la producción

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La programación macroeconómica del Banco Central da una clara visión de lo que podría suceder en el resto del 2015 y en el 2016 y enumera las principales políticas que debe emprender la institución en ese período. Además, formula recomendaciones en el campo fiscal de suma trascendencia. Vale la pena ponerles atención.

El aspecto más neurálgico es la menor tasa de crecimiento de la producción (PIB) que, en vez de un 4,3% real, como originalmente se había calculado, será apenas del 2,8% real. Varios factores influyen en la caída, incluidos la reducción de las operaciones de Intel, la ralentización de las exportaciones ante el magro crecimiento de la economía mundial y los efectos del fenómeno El Niño en el sector agropecuario. Influye, también en algún grado, el menguado optimismo del sector empresarial y la baja tasa de inversión pública. Aunque algunos sectores han empezado a recuperarse y las expectativas de crecimiento real para el 2016 son más halagüeñas, siempre preocupa el bajo crecimiento de la producción por su impacto en el desempleo y en los salarios. Al Gobierno y sus instituciones corresponde trabajar sobre el desempeño de estas variables para obtener mejores resultados.

En inflación, por el contrario, los resultados han sido muy favorables. A junio de este año el índice de precios al consumidor (IPC) fue apenas de un 1% y el índice subyacente de inflación que calcula el Banco Central registró un 2,7% de aumento. Hace varias décadas no habíamos tenido una inflación tan baja. El impacto se hace sentir en algunas variables clave: mejora el ingreso disponible de los consumidores y trabajadores; conduce (gradualmente) a la reducción de tasas de interés para alivio de los deudores y nuevos préstamos productivos; disminuye los costos de producción; favorece la planificación de la inversión del ahorro; relaja la partida de intereses de la deuda pública; y podría influir favorablemente en las tarifas de los bienes y servicios asociadas a los costos de producción.

La inflación ha caído por la conjunción de varios factores externos e internos. Los menores precios de los combustibles y otras materias primas, así como la baja inflación internacional de otros bienes y servicios, ha sido un factor favorable, junto con la estabilidad cambiaria costarricense. También ha influido la política monetaria internacional y alguna mesura en el aumento tarifario. Tampoco debe descartarse la baja demanda de los consumidores nacionales por efecto de la ralentización económica. Esto explica, en parte, la baja demanda de crédito. Aun así, una baja inflación favorece definitivamente la economía y a la sociedad. Sería muy conveniente, por tanto, que el Banco Central no abandone el objetivo de reducir sus metas de inflación, aunque sea gradualmente, fijadas en un nivel relativamente alto para el próximo año (alrededor de un 4%), comparada con la observada en el 2015.

Las proyecciones de la balanza de pagos reflejan pocos cambios. El déficit en la cuenta comercial (importaciones menos exportaciones) se mantendrá alrededor del 12% del PIB, y el de la cuenta corriente se ha reducido frente al del año pasado (un 4,8% del PIB en el 2014 frente a un 3,4% del PIB en el 2015, ambos anualizados).

Lo trascendental es que el faltante se ha podido financiar holgadamente con entradas de capital a largo plazo, por lo que el Banco Central, en vez de perder reservas, más bien ha acumulado con el plan blindaje. Pareciera que se mantendrá la estabilidad cambiaria, al menos por un tiempo.

Ante este panorama, el Banco Central proyecta ejecutar las mismas políticas observadas hasta el momento, particularmente en lo cambiario. Mantendrá el régimen de flotación administrada, intervendrá ocasionalmente en el mercado para atemperar oscilaciones “violentas”, según su propia terminología, y mantendrá las operaciones del sector público no bancario fuera del Monex. Nosotros creemos, sin embargo, que sería más conveniente introducir un poco más de movilidad en las cotizaciones para consolidar la flotación y, eventualmente, migrar al esquema de inflation targets .

Donde las cifras macroeconómicas se ven más mal es en las finanzas públicas. Se estima que, sin medidas de ajuste, el déficit del Gobierno central crecerá en el 2015 (5,9%) frente al 2014 (5,7%) y subirá, aún más, en el 2016 (6,3% del PIB).

El déficit consolidado de todo el sector público resultará un poco más elevado (6,6% del PIB) al disminuir el superávit en el sector descentralizado. Ese faltante pondrá presión en las tasas de interés cuando se agoten los $1.000 millones de eurobonos, y elevará la deuda externa a niveles que podrían comenzar a ser peligrosos.

En este contexto, el programa macroeconómico parte de una premisa fundamental: para continuar bajando la inflación, es necesario solucionar el problema estructural de las finanzas públicas. Luego contiene una recomendación muy saludable : “Ante el riesgo que introduce el desequilibrio fiscal, el Banco Central hace un llamado a los distintos grupos de la sociedad costarricense para buscar el consenso necesario y adoptar en el 2015 las medidas legislativas para controlar y racionalizar el gasto e incrementar la recaudación tributaria. Estas medidas son necesarias para generar el superávit primario requerido y revertir la tendencia creciente de la razón de la deuda pública a PIB en un periodo razonable”.

Subrayamos, en particular, que el déficit debe reducirse no solo allegando más ingresos sino también controlando y racionalizando el gasto. Tiene razón el Banco Central.