Oportunidad legislativa

Si los diputados quieren, esta legislatura puede ser ejemplar

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Las declaraciones de los diputados y de los jefes de fracción sobre la tarea legislativa en el período de sesiones extraordinarias, a partir del 22 de enero próximo, son alentadoras.

Los diputados consultados por La Nación consideran que, conforme avance el año, se intensificará la pugna electoral en el Congreso, pero que la labor legislativa será fructífera. He aquí una buena combinación. El parlamento es crisol de la política por lo que sería contraproducente y utópica la pretensión de eliminar o entorpecer el debate político para convertir la Asamblea Legislativa en una fábrica de leyes o de doctorales exposiciones. El secreto está en una sabia sujeción de los medios a los fines, del interés partidista al interés colectivo, de lo accesorio a lo esencial.

El trabajo parlamentario en este año y medio ha sido positivo. Si se mantiene este ritmo y se orienta el esfuerzo hacia los proyectos importantes, como los aprobados en estos meses, se prestigiarán la Asamblea Legislativa y los partidos políticos. De aquí la necesidad de que el Poder Ejecutivo sepa escoger, en vez de presentar una desconcertante agenda atiborrada de proyectos. Esta cuidadosa selección supone un intenso trabajo previo de negociación entre las fracciones, cuyo menú es abundante y nutritivo: reformas penales (Código Penal, Código de Procedimientos Penales y proyectos de ley de justicia juvenil y ejecución de la pena), garantías económicas, reformas al Código Electoral, la nueva ley de violencia doméstica, modificación al régimen de pensiones de los diputados, transformación del Servicio Nacional de Electricidad (SNE), nuevo reglamentol interno de la Asamblea Legislativa y reformas constitucionales sobre el sistema de elección de los diputados y magistrados, así como sobre la deuda política.

¿Es posible que estos proyectos de ley rematen en leyes de la República? Dados su contenido y repercusión, no hay motivo alguno para retrasar su aprobación, máxime si, a juzgar por las declaraciones de los jefes de las distintas fracciones, existe la disposición de que esta legislatura sea la más productiva. Ni la celebración de las distritales, en febrero, ni ciertos temas candentes como el incremento del desempleo y la disminución de la pobreza, el secuestro, los despidos en el IDA o en el ICE, o las credenciales de tres diputados deben atascar el trabajo parlamentario. Si bien algunas de estas cuestiones deben debatirse, la mejor contribución consiste en la adopción de medidas legislativas concretas.

El parlamento y la clase política suelen ser blanco predilecto de las críticas de la población. La respuesta a estos enjuiciamientos encuentra material abundante no en las quejas o en las diatribas, sino en una obra buena y específica, de tal suerte que los ciudadanos perciban que el interés público se sobrepone a los objetivos pasajeros de los partidos. En este sentido, del reciente conflicto entre los diputados y el Poder Ejecutivo por la parada policíaca frente a la Asamblea Legislativa se deriva una lección: la prontitud con que muchos ciudadanos culparon a los diputados de la inseguridad de bienes y personas por el atraso en la tramitación de las leyes. La crítica fue desproporcionada, pero debe aprovecharse.

Este período de sesiones extraordinarias brinda, pues, una oportunidad magnífica para darles un mentís a estos cuestionamientos y elevar el prestigio de la Asamblea Legislativa y con ella de los partidos políticos. Los proyectos de ley que hacen antesala tienen enjundia y, además, el país los reclama.