Obstáculos a la carbono neutralidad

Las más formidables barreras a la carbono neutralidad están en la empresa privada, en la pública y aun en las organizaciones de la sociedad civil

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La meta de alcanzar la carbono neutralidad en el 2021 siempre suscitó dudas, pero los últimos datos la acercan a lo imposible. En el 2012, el país produjo un 30% más de dióxido de carbono que en el 2005, año base para calcular el cumplimiento de los objetivos en este aspecto de la política ambiental. Las emisiones de efecto invernadero aumentaron un 15% entre el 2010 y el 2012.

Nuestros bosques apenas removieron un 40%. El efecto neto de las emisiones nos aleja de las buenas intenciones y de las declaraciones políticas expresadas en los foros internacionales. El Primer Informe Bienal de Cambio Climático elaborado por el Instituto Meteorológico Nacional es un urgente llamado a la reflexión.

La compensación conseguida con las amplias zonas destinadas a bosques queda muy corta y es preciso tomar medidas para frenar la producción de gases, especialmente en el agro, la industria y el transporte. Este último es nuestro principal contaminante y el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) plantea la necesidad de mejorar el servicio público, con carriles dedicados a una flotilla de autobuses más eficientes, además de promover la renovación del resto del parque vehicular, cuya antigüedad promedio es de 15 años en el caso de vehículos livianos y de 25, en los de carga.

Con esos propósitos, el Minae restringirá la importación de vehículos usados y promueve la compra de autos eficientes, facilitando el crédito. También es precisa una política vigorosa de reducción de impuestos en el caso de los vehículos híbridos y eléctricos. El complemento de esas políticas sería un plan energético nacional capaz de estimular la producción limpia y barata de electricidad. El potencial del país es enorme, pero no se aprovecha a plenitud por viejos prejuicios y una madeja de intereses bien enraizados.

La participación de generadores privados, exclusivamente dedicados a producir energía limpia, con tarifas fijadas por el Estado, no debe ser pospuesta, por razones ambientales y económicas. La generación para el autoconsumo debe hallar estímulos y no obstáculos. La decisión de permitir la inyección de los excedentes a la red eléctrica nacional a cambio de créditos energéticos para ser utilizados en el futuro es un paso en la dirección correcta.

Existe, también, una enorme reserva geotérmica, desafortunadamente localizada en los parques nacionales creados en torno a los volcanes. Quizá los datos del informe de cambio climático convenzan a los grupos opuestos a siquiera tocar esas tierras del contrasentido de su posición. Para mantener los parques sin mácula, generamos electricidad con hidrocarburos y hacemos un grave daño al planeta.

La geotermia debe ser explotada en interés de la ecología, y hay esquemas de desarrollo ya probados en sitios como Bagaces, donde el proyecto Miravalles III, construido con inversión extranjera y operado por la empresa privada durante 15 años, ya pasó a manos del Instituto Costarricense de Electricidad.

Los más formidables obstáculos en el camino de la carbono neutralidad están bien atrincherados, en la empresa privada, en la pública y aun en las organizaciones de la sociedad civil. Invocan causas más o menos nobles: la defensa del ICE como patrimonio de todos los costarricenses, la aspiración “democrática” a proveer de carro a quien lo quiera mediante la importación y comercialización de vehículos baratos por su antigüedad y, contradictoriamente, la ecología.

Los resultados de tanta demagogia están a la vista y deben llamar al replanteamiento de las políticas de transporte y producción de energía, entre otras. Existen, también, buenos motivos económicos para promover el cambio, pero el interés del ambiente debería bastarnos para reflexionar.