Niñas que son madres

En nuestro país, un 9,1% de mujeres entre los 12 y los 19 años ha tenido al menos un hijo

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Cada año, 14.000 adolescentes se convierten en madres en Costa Rica, lo que corresponde al 20% de los nacimientos. El dato, por sí mismo alarmante, lo es mucho más si se interrelaciona con la alta mortalidad materna que ocasiona y con los factores a los que está asociado, como la pobreza rural, el abuso sexual infantil, la violencia contra la mujer y el aborto clandestino.

Según los expertos, el embarazo adolescente no es el inicio de una nueva vida, como aún se ve en una visión romántica y equivocada. A menudo es lo contrario. Las madres menores de 16 años tienen cuatro veces más riesgos de morir que una mayor de 20 años. El embarazo adolescente también significa condenarse a la misma desigualdad, exclusión y escasas oportunidades educativas y laborales de donde nace la maternidad juvenil, en un círculo de reproducción de la pobreza y de la inequidad que Costa Rica y Latinoamérica no han logrado romper.

La reciente divulgación de los informes Estado de la Población Mundial 2013: Maternidad en la niñez. Afrontar el desafío de un embarazo adolescente y Uniones tempranas y embarazo en la niñez y en la adolescencia en Costa Rica ponen en contexto la gravedad de un problema complejo y de difícil abordaje, pero claramente identificado. El rostro más brutal y estremecedor de esta tragedia lo hemos conocido, a lo largo del año, por medio de las noticias de recién nacidos abandonados en basureros o fincas.

Estos casos, que obviamente son condenados por todos, revelan la situación de indefensión y desesperanza en que se encuentran las madres adolescentes en el país y el doble discurso que mantiene la sociedad. Por un lado, se pretende que estas niñas se comporten de forma “virtuosa”, de acuerdo con los patrones tradicionales, pero sin ofrecerles las oportunidades educativas, sociales y económicas de desarrollar una vida plena, que les permita informarse sobre las consecuencias de sus actos y tomar decisiones adecuadas sobre la sexualidad.

Ante la eventual preñez, las niñas sienten que la sociedad les cierra todas las puertas. Ocultan su estado a los padres, no acuden al control prenatal, se exponen a complicaciones mayores o acuden a un aborto ilegal. Todas estas consecuencias son negativas, pero el hecho de culpabilizarlas, exculpando a los otros involucrados, es uno de los peores rasgos de este síndrome.

Como afirma Eugenia Salazar Elizondo, fiscala adjunta contra la Violencia de Género del Poder Judicial, “cuando se da una situación de estas es porque falló la sociedad, falló el Estado, fallaron todas las instituciones que no le dieron la atención adecuada a esta niña o adolescente, y, por supuesto, falló la familia”.

En nuestro país, un 9,1% de mujeres entre los 12 y los 19 años ha tenido al menos un hijo. De ellas, casi un 56% se mantiene en algún tipo de unión conyugal, principalmente con un hombre cinco años mayor, y, de ese grupo, un 74,5% no estudia. Este dato es significativo porque demuestra la correlación entre el embarazo y las uniones de pareja.

En Costa Rica y Latinoamérica prevalece el mito de que a mayor información sobre la sexualidad, más probabilidad hay de estimular las relaciones precoces, cuando las estadísticas demuestran lo contrario y que la educación es eficaz no solo para prevenir el embarazo, sino también las enfermedades de transmisión sexual.

Karin van Wijk, de Defensa de Niñas y Niños Internacional (DNI), expresó que “se sigue viendo normal la relación que existe entre hombres adultos y mujeres menores. A veces echamos la culpa al tema cultural, sin tomar en cuenta el contexto que se vive, como, por ejemplo, la situación de pobreza”. Como se ha mencionado, la maternidad infantil se concentra en grupos rurales de baja escolaridad y limitado acceso a los servicios básicos y a los derechos sociales, lo cual cercena drásticamente las posibilidades que tienen las niñas de salir del rol tradicional que se les ha asignado por generaciones.

La última edición del Estado de la Población Mundial advierte que, si bien la situación es más grave en África, Latinoamérica es la única región del planeta que experimentó un incremento en la tasa de embarazo adolescente.

Por lo tanto, a pesar del esfuerzo hecho durante décadas, las políticas públicas han fracasado. Ante ello, Costa Rica tiene un desafío ineludible. En el marco de la Iniciativa Salud Mesoamérica 2015, se comprometió a reducir las cifras de embarazo adolescente en los próximos tres años. Debemos estar vigilantes de que lo haga.