Morir en Niza

El recuento de víctimas arroja hasta ahora 90 muertos, en parte niños y adolescentes que recorrían la célebre rambla

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El terrorismo islámico golpeó nuevamente en Francia. Lo hizo en una noche de fiesta nacional y en Niza, concurrida ciudad de la Riviera. Esta vez la masacre fue ejecutada mediante un pesado camión que cargaba ametralladoras y explosivos, el cual repetidamente embistió a las personas congregadas en plena conmemoración del Día de la Bastilla.

El recuento de víctimas arroja hasta ahora 90 muertos, en parte niños y adolescentes que recorrían la célebre rambla frente al Mediterráneo en esa noche festiva del 14 de julio. El conductor del vehículo era un joven tunecino residente en Francia que sucumbió al volante por los disparos de la Policía. Según su hoja de delincuencia, estaba fichado por cargos menores de robo.

El uso de vehículos para los fines del terrorismo es un método conocido y probado. En mayo del 2011, un camión arremetió contra peatones y vehículos en Tel Aviv. En Dijon, en diciembre del 2014, el conductor de un camión se ensañó contra peatones y otros vehículos, gritando líneas del Corán. Hay muchos otros episodios consignados en los archivos policiales. Aterroriza constatar la capacidad letal de un instrumento tan común y benéfico en la vida cotidiana. El terrorista de Niza no necesitó de las armas transportadas en el camión para causar una enorme tragedia.

Investigadores franceses sospechan que el crimen es una revancha por la muerte de camaradas islamistas en los atentados recientes en París, los cuales arrojaron un saldo de 130 muertos, incluidos rehenes, policías y terroristas. Asimismo, el Ejecutivo francés había adoptado medidas para intensificar los bombardeos aéreos en Siria, que causan dramáticos aumentos en las bajas sufridas por los guerrilleros radicales.

Luego del atentado en Niza, la respuesta del presidente Françoise Hollande fue ordenar una escalada de esas letales acciones bélicas francesas en Siria. También anunció, sin dar detalles, nuevos planes para incrementar la eficacia y los números de la Policía en todo el país.

Además del incremento de oficiales en puntos clave, es necesario afinar los planteles de inteligencia encargados de penetrar círculos islamistas radicales. La manera en que ocurrieron los últimos hechos denota posibles fallas u omisiones en las redes de informantes, aunque después de los ataques perpetrados en Bélgica las autoridades europeas han intensificado la cooperación.

En el ámbito de las células terroristas, sobre todo las estructuras del Ejército Islámico (EI), resalta no solo el fanatismo sino también la minuciosidad para preparar cuidadosamente los detalles de sus acciones. El efecto positivo de la seguridad fue patente durante el campeonato europeo de fútbol celebrado sin incidentes por toda Francia, pero los terroristas aprovechan los llamados blancos suaves y atacan donde es menor la vigilancia. Solo la inteligencia oportunamente recabada puede frenarlos a tiempo. Lo ocurrido el 14 de julio constituye una llamada de atención que no debe ser desatendida.

La lucha contra el Estado Islámico en sus dominios del Medio Oriente no puede cesar, pero las consecuencias están a la vista. Mientras más presión reciban sus posiciones en el escenario de guerra y mayores sean sus pérdidas, más razones encontrará para reclamar vigencia y recordarle al mundo su amenazante presencia. Los atentados son también un método de reclutamiento. Las consecuencias para los países occidentales y naciones musulmanas como Bangladés, Arabia Saudita e Irak son graves. Desafortunadamente, hay razones para creer que no hemos visto las últimas.