La política deportiva

La creación del Ministerio del Deporte exige un cambio radical en visión, gestión y actitud para llevar a cabo una política deportiva eficaz y consistente

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Una serie de reportajes y comentarios en la sección de Deportes de La Nación , así como de otros medios de comunicación, han alertado insistentemente a las autoridades respectivas sobre el estado del deporte en nuestro país. Entre aquellas sobresalen el Ministerio de Deportes (in fíeri ), el Instituto Costarricense del Deporte (Icoder), el Comité Olímpico (COI) y los dirigentes del futbol nacional, en particular a la Federación Costarricense de Futbol (Fedefutbol). La lista puede alargarse.

Estas informaciones y análisis no han tenido eco, lo que explica, en gran parte, el espectáculo deprimente de todo el deporte nacional, con las excepciones honrosas de todos conocidas, las cuales obedecen no a una política deportiva estructurada, con objetivos y medios definidos, concertados en un proceso o trabajo de mediano o largo plazos, sino al esfuerzo de algunos dirigentes o grupos aislados. Los Gobiernos, por su parte, se han desentendido del deporte con visión integral, que no ha formado parte de sus planes concretos. Su inclusión en las propuestas de campaña ha sido eso: una serie de anuncios pasajeros para captar votos.

En los torneos deportivos regionales en general, en los campeonatos internos del futbol o en la participación de este deporte en Concacaf, el común denominador ha sido la mediocridad, no por culpa de los atletas o de los futbolistas, sino del sistema o de la organización. La improvisación ha estado a la orden del día, seguida de una larga cadena de pretextos o de vanas explicaciones. Los magros resultados cosechados por “la orfandad de nuestro deporte”, como lo calificó el periodista Harold Leandro, el 11 de agosto pasado, y la confusión, sequía y falta de transparencia en “el deporte preferido”, el futbol, traspasado por impenetrables intereses, obligan a lanzar otra voz de alerta y a llamar a cuentas a sus dirigentes, públicos y privados.

El deporte nacional afronta cuatro retos a corto y mediano plazos: la administración del nuevo Estadio Nacional, la cual requiere una capacidad de gestión impecable, en el orden técnico y ético; los Juegos Deportivos Centroamericanos San José 2013, un escenario magnífico para demostrar ante propios y extraños la realidad de un cambio y de una nueva actitud; todo el proceso clasificatorio para el Mundial en Brasil en el 2014, que obliga a los dirigentes a una verdadera revolución interna de este deporte en todas sus dimensiones, y la puesta en marcha del nuevo Ministerio de Deportes, cuya titular virtual debe demostrar liderazgo, orden y visión.

Nos preocupa, en este orden de cosas, la pifia en el primer nombramiento del director general de Icoder y, ahora, la pretensión de eliminar esta institución, lo cual significa enzarzarse, sin sentido alguno, en una refriega política que conspira contra los objetivos reales del deporte nacional y, lo que es peor, carecer de criterio de unidad en cuanto al funcionamiento del futuro ministerio. Las nuevas autoridades deportivas deben, más bien, poner la mira y la mano sobre el arado en retos tan importantes como la infraestructura, la capacitación, los procesos de selección y la inversión.

En cuanto a infraestructura, las federaciones deportivas no cuentan con las instalaciones requeridas para llevar a cabo sus procesos de selección nacional. En lo tocante a capacitación, esta debe abarcar, en forma sistemática, a los federativos y dirigentes, luego, a los entrenadores, para fortalecer e incrementar sus conocimientos técnicos y tácticos; a la prensa deportiva, un elemento capital, por su valor cognitivo, de la renovación y fortalecimiento del deporte, y también a los padres de familia que, como en todo, representan la plataforma de lanzamiento hacia la excelencia.

Los procesos de selección se enmarcan en la masificación del deporte y se orientan a la búsqueda de talentos en forma permanente, lo que exige una labor intensa de planificación para el futuro. Bien se sabe cuál es la duración de los ciclos olímpicos y el lapso de formación de un atleta. Los triunfos de nuestros músicos en el exterior, en estos años, nos dan una idea de la forma como se debe trabajar. Todo esto requiere, por supuesto, un incremento notable en el presupuesto de inversión para el deporte y la recreación. El aporte de Guatemala es del 3% del producto interno bruto (PIB), el de El Salvador asciende al 2% y el de Panamá es del 1%.

El Ministerio de Comercio Exterior (Comex) dio la nota alta en la actual administración, en días pasados, al anunciar su plan de trabajo en este cuatrienio. Siendo el deporte una actividad determinante para el país, esperamos una decisión igualmente concreta en sus objetivos y medios, y visionaria en su horizonte; esto es, que ocupe el lugar que le corresponde en la política gubernamental, capaz, asimismo, de estimular a la iniciativa privada.